Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 112
color en las mejillas. Meneo la cabeza pensando en las audaces ocurrencias eróticas
de Christian, me inclino para recoger el chal de satén y el bolso de mano plateado, y
voy a buscar a mi Cincuenta Sombras.
Está en el pasillo, hablando con Taylor y otros tres hombres, de espaldas a
mí. Las expresiones de sorpresa y admiración de estos alertan a Christian de mi
presencia. Se da la vuelta mientras yo me quedo ahí plantada, esperando incómoda.
Se me seca la boca. Está impresionante… Esmoquin negro, pajarita negra, y
su semblante de asombro y admiración al verme. Camina hacia mí y me besa el pelo.
—Anastasia. Estás deslumbrante.
Su cumplido delante de Taylor y los otros tres hombres hace que me
ruborice.
—¿Una copa de champán antes de salir?
—Por favor —musito, con celeridad excesiva.
Christian le hace una señal a Taylor, que se dirige al vestíbulo con sus tres
acompañantes.
Christian saca una botella de champán de la nevera.
—¿El equipo de seguridad? —pregunto.
—Protección personal. Están a las órdenes de Taylor, que también está
entrenado para ello.
Christian me ofrece una copa de champán.
—Es muy versátil.
—Sí, lo es. —Christian sonríe—. Estás adorable, Anastasia. Salud.
Levanta la copa y la entrechoca con la mía. El champán es de color rosa
pálido. Tiene un delicioso sabor chispeante y ligero.
—¿Cómo estás? —me pregunta con la mirada encendida.
—Bien, gracias.
Le sonrío con dulzura, sin expresar nada y sabiendo perfectamente que se
refiere a las bolas de plata.
Hace un gesto de satisfacción.
—Toma, necesitarás esto. —Me tiende una bolsa de terciopelo que estaba
sobre la encimera, en la isla de la cocina—. Ábrela —dice entre sorbos de champán.
Intrigada, cojo la bolsa y saco una elaborada máscara de disfraz plateada,
coronada con un penacho de plumas azul cobalto.
—Es un baile de máscaras —dice con naturalidad.
—Ya veo.
Es preciosa. Ribeteada con un lazo de plata y una exquisita filigrana
alrededor de los ojos.
—Esto realzará tus maravillosos ojos, Anastasia.
Yo le sonrío con timidez.
—¿Tú llevarás una?