Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 101
—¿Y con algo más permanente, como un rotulador?
—Podría hacerme un tatuaje.
Hay una chispa de ironía en sus ojos.
¿Christian Grey con un tatuaje? ¿Estropear su precioso cuerpo que ya tiene
tantas marcas? ¡Ni hablar!
—¡Nada de tatuajes! —digo riendo, para disimular mi horror.
—Pintalabios, pues.
Sonríe.
Apago el Mac, lo dejo a un lado. Esto puede ser divertido.
—Ven. —Me tiende la mano—. Siéntate encima de mí.
Me quito los zapatos, me siento y me arrastro hacia él. Christian se tumba
en la cama, pero mantiene las rodillas dobladas.
—Apóyate en mis piernas.
Me siento encima de él a horcajadas, como me ha dicho. Tiene los ojos muy
abiertos y cautos. Pero también divertidos.
—Pareces… entusiasmada con esto —comenta con ironía.
—Siempre me encanta obtener información, señor Grey, y más si eso
significa que podrás relajarte, porque yo ya sabré dónde están los límites.
Menea la cabeza, como si no pudiera creer que está a punto de dejarme
dibujar por todo su cuerpo.
—Destapa el pintalabios —ordena.
Oh, está en plan supermandón, pero no me importa.
—Dame la mano.
Yo le doy la otra mano.
—La del pintalabios —dice poniendo los ojos en blanco.
—¿Vas a ponerme esa cara?
—Sí.
—Eres muy maleducado, señor Grey. Yo sé de alguien que se pone muy
violento cuando le hacen eso.
—¿Ah, sí? —replica irónico.
Le doy la mano con el pintalabios, y de repente se incorpora y estamos
frente a frente.
—¿Preparada? —pregunta con un murmullo quedo y ronco, que tensa y
comprime todas mis entrañas.
Oh, Dios.
—Sí —musito.
Su proximidad es seductora, su cuerpo torneado tan cerca, ese aroma
Christian mezclado con mi gel. Conduce mi mano hasta la curva de su hombro.
—Aprieta —susurra.
Me lleva desde el contorno de su hombro, alrededor del hueco del brazo y