Literatura BDSM Cincuenta sombras liberadas | Page 12
—No creo que a mis padres les vaya a gustar mucho eso.
Recorre con las yemas de los dedos mi espalda desnuda, arriba y abajo, acariciándome con suavidad.
—¿Qué es lo que quieres, Anastasia? ¿Las Vegas? ¿Una boda por todo lo alto? Lo que tú me digas.
—Una gran boda no… Solo los amigos y la familia. —Alzo la vista para mirarle, emocionada por la
silenciosa súplica que veo en sus brillantes ojos grises. ¿Y qué es lo que quiere él?
—Muy bien —asiente—. ¿Dónde?
Me encojo de hombros.
—¿Por qué no aquí? —pregunta vacilante.
—¿En casa de tus padres? ¿No les importará?
Ríe entre dientes.
—A mi madre le daríamos una alegría. Estará encantada.
—Bien, pues aquí. Seguro que mis padres también lo preferirán.
Christian me acaricia el pelo. ¿Se puede ser más feliz de lo que soy yo ahora mismo?
—Bien, ya tenemos el dónde. Ahora falta el cuándo.
—Deberías preguntarle a tu madre.
—Mmm. —La sonrisa de Christian desaparece—. Le daré un mes como mucho. Te deseo demasiado para
esperar ni un segundo más.
—Christian, pero si ya me tienes. Ya me has tenido durante algún tiempo. Pero me parece bien, un mes.
Le doy un beso en el pecho, un beso suave y casto, y le miro sonriéndole.
—Te vas a quemar —me susurra Christian al oído, despertándome bruscamente de mi siesta.
—Solo de deseo por ti. —Le dedico la más dulce de las sonrisas. El sol vespertino se ha desplazado y
ahora estoy totalmente expuesta a sus rayos. Él me responde con una sonrisita y tira de mi tumbona con un
movimiento rápido para ponerme bajo la sombrilla.
—Mejor lejos de este sol mediterráneo, señora Grey.
—Gracias por su altruismo, señor Grey.
—Un placer, señora Grey, pero no estoy siendo altruista en absoluto. Si te quemas, no voy a poder tocarte.
—Alza una ceja y sus ojos brillan divertidos. El corazón se me derrite—. Pero sospecho que ya lo sabes y
que te estás riendo de mí.
—¿Tú crees? —pregunto fingiendo inocencia.
—Sí, eso creo. Lo haces a menudo. Es una de las muchas cosas que adoro de ti. —Se inclina y me da un
beso, mordiéndome juguetón el labio inferior.
—Tenía la esperanza de que quisieras darme más crema solar —le digo haciendo un mohín muy cerca de
sus labios.
—Señora Grey, me está usted proponiendo algo sucio… pero no puedo negarme. Incorpórate —me ordena
con voz ronca.
Hago lo que me pide y con movimientos lentos y meticulosos de sus dedos fuertes y flexibles me cubre el