Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 56
esta noche lo celebraremos. Lo celebraremos por todo lo alto. Seguramente hasta
me emborracharé. Nunca me he emborrachado. Miro a Kate, que está en el otro
extremo de la clase, todavía escribiendo como una loca. Faltan cinco minutos para
que se acabe el examen. Esto es todo. Se acabó mi carrera académica. Ya no tendré
que volver a sentarme en filas de alumnos nerviosos. En mi mente doy graciosas
volteretas, aunque sé de sobra que mis volteretas solo pueden ser graciosas en mi
mente. Kate deja de escribir y suelta el bolígrafo. Me mira también con una sonrisa
de oreja a oreja.
De camino a casa, en su Mercedes, nos negamos a hablar del examen. Kate está
mucho más preocupada por lo que va a ponerse esta noche. Yo intento encontrar
las llaves en el bolso.
—Ana, hay un paquete para ti.
Kate está en la escalera, frente a la puerta de la calle, con un paquete envuelto en
papel de embalar. Qué raro. No recuerdo haber encargado nada en Amazon. Kate
me da el paquete y coge mis llaves para abrir la puerta. El paquete está dirigido a
la señorita Anastasia Steele. No lleva remitente. Quizá sea de mi madre o de Ray.
—Seguramente será de mis padres.
—¡Ábrelo! —exclama Kate nerviosa.
Se mete en la cocina para ir a buscar el champán con el que vamos a celebrar que
hemos terminado los exámenes.
Abro el paquete y encuentro un estuche de piel que contiene tres viejos libros,
aparentemente idénticos, con cubiertas de tela, en perfecto estado, y una tarjeta de
color blanco. En una cara, en tinta negra y una bonita caligrafía, se lee:
Reconozco la cita de Tess. Me sorprende la casualidad de que hace un momento
haya pasado tres horas escribiendo sobre las novelas de Thomas Hardy en mi
examen final. Quizá no sea casualidad… quizá sea deliberado. Miro los libros con
atención. Tres volúmenes de Tess, la de los d’Urberville. Abro la cubierta de uno. En
la primera página, en una tipografía antigua, leo: