Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 50
Caminamos hasta el hotel, y me gustaría decir que en amigable silencio. Al
menos, él parece tan tranquilo como siempre. En cuanto a mí, me desespero
intentando analizar cómo ha ido nuestro café matutino. Me siento como si me
hubieran entrevistado para un trabajo, pero no estoy segura de por qué.
—¿Siempre lleva vaqueros? —me pregunta sin venir a cuento.
—Casi siempre.
Asiente. Hemos llegado al cruce, al otro lado de la calle del hotel. Todo me da
vueltas. Qué pregunta tan rara… Y soy consciente de que nos queda muy poco
tiempo juntos. Esto es todo. Esto ha sido todo, y lo he fastidiado, lo sé. Quizá sale
con alguien.
—¿Tiene novia? —le suelto.
¡Maldita sea! ¿Lo he dicho en voz alta?
Sus labios se arrugan formando una media sonrisa y me mira fijamente.
—No, Anastasia. Yo no tengo novias —me contesta en voz baja.
¿Qué quiere decir? No es gay. Ay, quizá sí lo es. Seguramente me mintió en la
entrevista. Por un momento creo que va a darme alguna explicación, alguna pista
sobre su enigmática frase, pero no lo hace. Tengo que marcharme. Tengo que
poner mis ideas en orden. Tengo que alejarme de él. Doy un paso adelante,
tropiezo y salgo precipitada hacia la carretera.
—¡Mierda, Ana! —grita Grey.
Tira de mi mano con tanta fuerza que acabo cayendo encima de él justo cuando
pasa a toda velocidad un ciclista contra dirección, y no me atropella de milagro.
Todo sucede muy deprisa. De pronto estoy cayéndome, y en cuestión de
segundos estoy entre sus brazos y me aprieta fuerte contra su pecho. Respiro su
aroma limpio y saludable. Huele a ropa recién lavada y a gel caro. Es embriagador.
Inhalo profundamente.
—¿Está bien? —me susurra.
Con un brazo me mantiene sujeta, pegada a él, y con los dedos de la otra mano
me recorre suavemente la cara para asegurarse de que no me he hecho daño. Su
pulgar me roza el labio inferior y contiene la respiración. Me mira fijamente a los
ojos, y por un momento, o quizá durante una eternidad, le sostengo la mirada
inquieta y ardiente, pero al final centro la atención en su bonita boca. Y por
primera vez en veintiún años quiero que me besen. Quiero sentir su boca en la mía.