Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 51
4
Bésame, maldita sea!, le suplico, pero no puedo moverme. Un extraño y
desconocido deseo me paraliza. Estoy totalmente cautivada. Observo fascinada la
boca de Christian Grey, y él me observa a mí con una mirada velada, con ojos cada
vez más impenetrables. Respira más deprisa de lo normal, y yo he dejado de
respirar. Estoy entre tus brazos. Bésame, por favor. Cierra los ojos, respira muy
hondo y mueve ligeramente la cabeza, como si respondiera a mi silenciosa
petición. Cuando vuelve a abrirlos, ha recuperado la determinación, ha tomado
una férrea decisión.
—Anastasia, deberías mantenerte alejada de mí. No soy un hombre para ti
—suspira.
¿Qué? ¿A qué viene esto? Se supone que soy yo la que debería decidirlo. Frunzo
el ceño y muevo la cabeza en señal de negación.
—Respira, Anastasia, respira. Voy a ayudarte a ponerte en pie y a dejarte
marchar —me dice en voz baja.
Y me aparta suavemente.
Me ha subido la adrenalina por todo el cuerpo, por el ciclista que casi me
atropella o por la embriagadora proximidad de Christian, y me siento paralizada y
débil. ¡NO!, grita mi mente mientras se aparta dejándome desamparada. Apoya las
manos en mis hombros, a cierta distancia, y observa atentamente mi reacción. Y lo
único que puedo pensar es que quería que me besara, que era obvio, pero no lo ha
hecho. No me desea. La verdad es que no me desea. He fastidiado soberanamente
la cita.
—Quiero decirte una cosa —le digo tras recuperar la voz—: Gracias —musito
hundida en la humillación.
¿Cómo he podido malinterpretar hasta tal punto la situación entre nosotros?
Tengo que apartarme de él.
—¿Por qué?
Frunce el ceño. No ha retirado las manos de mis hombros.