Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 43
¿Qué está pensando?
Pulsa el botón para llamar al ascensor y casi de inmediato suena el pitido. Las
puertas se abren y muestran a una joven pareja abrazándose apasionadamente. Se
separan de golpe, sorprendidos e incómodos, y miran con aire de culpabilidad en
cualquier dirección menos la nuestra. Grey y yo entramos en el ascensor.
Intento que no cambie mi expresión, así que miro al suelo al sentir que las
mejillas me arden. Cuando levanto la mirada hacia Grey, parece que ha esbozado
una sonrisa, pero es muy difícil asegurarlo. La joven pareja no dice nada.
Descendemos a la planta baja en un incómodo silencio. Ni siquiera suena uno de
esos terribles hilo musicales para distraernos.
Las puertas se abren y, para mi gran sorpresa, Grey me coge de la mano y me la
sujeta con sus dedos largos y fríos. Siento la corriente recorriendo mi cuerpo, y mis
ya rápidos latidos se aceleran. Mientras tira de mí para salir del ascensor, oímos a
nuestras espaldas la risita tonta de la pareja. Grey sonríe.
—¿Qué pasa con los ascensores? —masculla.
Cruzamos el amplio y animado vestíbulo del hotel en dirección a la entrada,
pero Grey evita la puerta giratoria. Me pregunto si es porque tendría que soltarme
la mano.
Es un bonito domingo de mayo. Brilla el sol y apenas hay tráfico. Grey gira a la
izquierda y avanza hacia la esquina, donde nos detenemos a esperar que cambie el
semáforo. Estoy en la calle y Christian Grey me lleva de la mano. Nunca he
paseado de la mano de nadie. La cabeza me da vueltas, y un cosquilleo me recorre
todo el cuerpo. Intento reprimir la ridícula sonrisa que amenaza con dividir mi
cara en dos. Intenta calmarte, Ana, me implora mi subconsciente. El hombrecillo
verde del semáforo se ilumina y seguimos nuestro camino.
Andamos cuatro manzanas hasta llegar al Portland Coffee House, donde Grey
me suelta para sujetarme la puerta.
—¿Por qué no elige una mesa mientras voy a pedir? ¿Qué quiere tomar? —me
pregunta, tan educado como siempre.
—Tomaré… eh… un té negro.
Alza las cejas.
—¿No quiere un café?
—No me gusta demasiado el café.
Sonríe.