Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 421

sigue produciéndome ese efecto. Su presencia me permite escapar brevemente de la mirada sensual de Christian. —¿Anastasia? —me pregunta, ignorándola, y dudo que nadie pudiera pronunciar mi nombre de forma más carnal que él en este momento. Trago saliva, rezando para no ponerme del mismo color que la pobre Leandra. —Ya te he dicho que quiero lo mismo que tú —respondo en voz baja, grave, y él me lanza una mirada voraz. Uf, la diosa que llevo dentro se desmaya. ¿Estoy preparada para este juego? Leandra me mira a mí, luego a él, y después a mí otra vez. Está casi del mismo color que su resplandeciente melena pelirroja. —¿Quieren que les deje unos minutos más para decidir? —No. Sabemos lo que queremos. En el rostro de Christian se dibuja una sexy sonrisita. —Vamos a tomar dos tortitas normales con sirope de arce y beicon al lado, dos zumos de naranja, un café cargado con leche desnatada y té inglés, si tenéis —dice Christian sin quitarme los ojos de encima. —Gracias, señor. ¿Eso es todo? —susurra Leandra, mirando a todas partes menos a nosotros. Los dos nos volvemos a mirarla y ella se pone otra vez como un tomate y sale corriendo. —¿Sabes?, no es justo. Miro la mesa de formica y trazo dibujitos en ella con el dedo índice, procurando sonar desenfadada. —¿Qué es lo que no es justo? —El modo en que desarmas a la gente. A las mujeres. A mí. —¿Te desarmo? Resoplo. —Constantemente. —No es más que el físico, Anastasia —dice en tono displicente. —No, Christian, es mucho más que eso. Frunce el ceño. —Tú me desarmas totalmente, señorita Steele. Por tu inocencia. Que supera