Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 420
—Nos proponemos complacer, señorita Steele.
Sonríe satisfecho mientras nos detenemos en un International House of
Pancakes.
—Un IHOP.
Le devuelvo la sonrisa. No me lo puedo creer. ¿Quién iba a decirlo? Christian
Grey en un IHOP.
Son las ocho y media, pero el restaurante está tranquilo. Huele a fritanga dulce y a
desinfectante. Uf, no es un aroma tentador. Christian me lleva hasta un cubículo.
—Jamás te habría imaginado en un sitio como este —le digo mientras nos
sentamos.
—Mi padre solía traernos a uno de estos siempre que mi madre se iba a un
congreso médico. Era nuestro secreto.
Me sonríe con los ojos brillantes, luego coge una carta, pasándose una mano por
el cabello alborotado, y le echa un vistazo.
Ah, yo también quiero pasarle las manos por el pelo. Cojo una carta y la
examino. Me doy cuenta de que estoy muerta de hambre.
—Yo ya sé lo que quiero —dice con voz grave y ronca.
Alzo la vista y me está mirando de esa forma que me contrae todos los músculos
del vientre y me deja sin aliento, sus ojos oscuros y ardientes. Madre mía. Le
devuelvo la mirada, con la sangre corriéndome rauda por las venas en respuesta a
su llamada.
—Yo quiero lo mismo que tú —susurro.
Inspira hondo.
—¿Aquí? —me pregunta provocador arqueando una ceja, con una sonrisa
perversa y la punta de la lengua asomando entre los dientes.
Madre mía… sexo en el IHOP. Su expresión cambia, se oscurece.
—No te muerdas el labio —me ordena—. Aquí, no; ahora no. —Su mirada se
endurece momentáneamente y, por un instante, lo encuentro deliciosamente
peligroso—. Si no puedo hacértelo aquí, no me tientes.
—Hola, soy Leandra. ¿Qué les apetece… tomar… esta mañana…? —farfulla al
ver a don Guapísimo enfrente de mí.
Se pone como un tomate y, en el fondo, no me cuesta entenderla, porque a mí