Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 415

arneses y aprieta todas las correas. —Hala, ya estás —dice con aire tranquilo, pero le brillan los ojos—. ¿Llevas la goma del pelo de ayer? Asiento. —¿Quieres que me recoja el pelo? —Sí. Hago enseguida lo que me pide. —Venga, adentro —me ordena. Tan mandón como siempre… Me dispongo a sentarme atrás. —No, delante. El piloto va detrás. —Pero ¿verás algo? —Veré lo suficiente. —Sonríe. Creo que nunca lo había visto tan contento, mandón pero contento. Subo y me instalo en el asiento de cuero. Para mi sorpresa, es muy cómodo. Christian se inclina hacia delante, me echa el arnés por los hombros, busca entre mis piernas el cinturón inferior y lo encaja en el que descansa sobre mi vientre. Aprieta todas las correas de sujeción. —Mmm, dos veces en la misma mañana; soy un hombre con suerte —susurra, y me besa deprisa—. No va a durar mucho: veinte, treinta minutos a lo sumo. Las masas de aire no son muy buenas a esta hora de la mañana, pero las vistas desde allá arriba son impresionantes. Espero que no estés nerviosa. —Emocionada. Le dedico una sonrisa radiante. ¿De dónde ha salido esa sonrisa tan ridícula? En realidad, una parte de mí está aterrada. La diosa que llevo dentro se ha escondido bajo la manta detrás del sofá. —Bien. Me devuelve la sonrisa, acariciándome la cara, y luego desaparece de mi vista. Lo oigo y lo siento instalarse a mi espalda. Me ha atado tan fuerte que no puedo ni volverme a mirarlo, claro… ¡Típico! Estamos casi a ras de suelo. Delante de mí hay un panel de indicadores y palancas, y una especie de manubrio grande que dejo bien quietecito. Aparece Mark Benson, sonriente, comprueba mis correas, se inclina hacia delante y mira algo en el suelo de la cabina. Creo que es el lastre.