Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 397
—Vale, ahora me toca a mí —murmura, y su mirada feroz se vuelve gélida,
especulativa—. No has contestado a mi e-mail.
Me ruborizo. Ay, odio cuando el foco se dirige contra mí, y tengo la sensación
de que se va a enfadar cada vez que hablemos de algo. Meneo la cabeza. Igual es
así como le hacen sentirse mis preguntas; no está acostumbrado a que lo desafíen.
La idea resulta reveladora, perturbadora e inquietante.
—Iba a contestar. Pero has venido.
—¿Habrías preferido que no viniera? —dice, de nuevo impasible.
—No, me encanta que hayas venido —murmuro.
—Bien. —Me dedica una sincera sonrisa de alivio—. A mí me encanta haber
venido, a pesar de tu interrogatorio. Aunque acepte que me acribilles a preguntas,
no creas que disfrutas de algún tipo de inmunidad diplomática solo porque haya
venido hasta aquí para verte. Para nada, señorita Steele. Quiero saber lo que
sientes.
Oh, no…
—Ya te lo he dicho. Me gusta que estés conmigo. Gracias por venir hasta aquí
—digo, poco convincente.
—Ha sido un placer.
Le brillan los ojos cuando se inclina y me besa suavemente. Noto que reacciono
enseguida. El agua aún está tibia y en el baño sigue habiendo vapor. Para, se
aparta y me mira.
—No. Me parece que necesito algunas respuestas antes de que hagamos más.
¿Más? Ya estamos otra vez con la palabrita. Y quiere respuestas… ¿a qué? Yo no
tengo un pasado plagado de secretos, ni una infancia terrible. ¿Qué podría querer
saber de mí que no sepa ya?
Suspiro, resignada.
—¿Qué quieres saber?
—Bueno, para empezar, qué piensas de nuestro contrato.
Lo miro extrañada. Hora de decir verdades. Mi subconsciente y la diosa que
llevo dentro se miran nerviosas. Venga, vamos a decir la verdad.
—No creo que pueda firmar por un periodo mayor de tiempo. Un fin de semana
entero siendo alguien que no soy.
Me ruborizo y me miro las manos.