Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 396
—Sí.
Sus ojos grises me observan con atención.
Me muerdo el labio inferior en un intento de contener el súbito ataque de rabia
que se apodera de mí.
—¿Por qué habláis de mí?
Me esfuerzo por no sonar consternada ni malhumorada, pero no lo consigo. Sé
que debería parar. Lo estoy presionando demasiado. Mi subconsciente está
poniendo otra vez la cara de El grito de Munch.
—Nunca he conocido a nadie como tú, Anastasia.
—¿Qué quieres decir? ¿Te refieres a que nunca has conocido a nadie que no
firmara automáticamente todo tu papeleo sin preguntar primero?
Menea la cabeza.
—Necesito consejo.
—¿Y te lo da doña Pedófila? —espeto.
El control de mi genio es menos fuerte de lo que pensaba.
—Anastasia… basta ya —me suelta muy serio, frunciendo los ojos.
Piso terreno cenagoso; me estoy metiendo en la boca del lobo.
—O te voy a tener que tumbar en mis rodillas. No tengo ningún interés
romántico o sexual en ella. Ninguno. Es una amiga querida y apreciada, y socia
mía. Nada más. Tenemos un pasado en común, hubo algo entre nosotros que a mí
me benefició muchísimo, aunque a ella le destrozara el matrimonio, pero esa parte
de nuestra relación ya terminó.
Dios, otra cosa que no entiendo. Ella encima estaba casada. ¿Cómo pudieron
mantener lo suyo tanto tiempo?
—¿Y tus padres nunca se enteraron?
—No —gruñe—. Ya te lo he dicho.
Y sé que he llegado al límite. No puedo preguntarle nada más de ella porque va
a perder los nervios conmigo.
—¿Has terminado? —espeta.
—De momento.
Respira hondo y se relaja visiblemente delante de mí, como si se hubiera quitado
un gran peso de encima.