Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 398
Me levanta la barbilla y veo que me sonríe, divertido.
—No, yo tampoco creo que pudieras.
En cierta medida, me siento ofendida y desafiada.
—¿Te estás riendo de mí?
—Sí, pero sin mala intención —dice, sonriendo apenas.
Se inclina y me besa suave, brevemente.
—No eres muy buena sumisa —susurra sosteniéndome la barbilla, con un brillo
jocoso en los ojos.
Me lo quedo mirando, asombrada, y empiezo a reír… y él ríe también.
—A lo mejor no tengo un buen maestro.
Suelta un bufido.
—A lo mejor. Igual debería ser más estricto contigo.
Ladea la cabeza y me sonríe ladino.
Trago saliva. Dios, no. Pero, al mismo tiempo, los músculos del vientre se me
contraen de forma deliciosa. Esa es su forma de demostrarme que le importo.
Quizá, comprendo de pronto, su única forma de demostrar que le importo. Me
mira fijamente, estudiando mi reacción.
—¿Tan mal lo pasaste cuando te di los primeros azotes?
Lo miro extrañada. ¿Lo pasé mal? Recuerdo que mi reacción me confundió. Me
dolió, pero, pensándolo bien, no fue para tanto. Él no paraba de decirme que
estaba todo en mi cabeza. Y la segunda vez… Uf, esa estuvo bien… fue muy
excitante.
—No, la verdad es que no —susurro.
—¿Es más por lo que implica? —inquiere.
—Supongo. Lo de sentir placer cuando uno no debería.
—Recuerdo que a mí me pasaba lo mismo. Lleva un tiempo procesarlo.
Dios mío. Eso fue cuando él era un chaval.
—Siempre puedes usar las palabras de seguridad, Anastasia. No lo olvides. Y si
sigues las normas, que satisfacen mi íntima necesidad de controlarte y protegerte,
quizá logremos avanzar.
—¿Por qué necesitas controlarme?
—Porque satisface una necesidad íntima mía que no fue satisfecha en mis años