Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 37
Me tiende el teléfono. Siento un nudo en el estómago.
—¡Llama a Grey ahora mismo!
La miro ceñuda y saco la tarjeta de Grey del bolsillo trasero de mis pantalones.
Respiro larga y profundamente, y marco el número con dedos temblorosos.
Contesta al segundo tono con voz tranquila y fría.
—Grey.
—¿Se… Señor Grey? Soy Anastasia Steele.
No reconozco mi propia voz. Estoy muy nerviosa. Grey se queda un segundo en
silencio. Estoy temblando.
—Señorita Steele. Un placer tener noticias suyas.
Le ha cambiado la voz. Creo que se ha sorprendido, y suena muy… cálido.
Incluso seductor. Se me corta la respiración y me ruborizo. De pronto me doy
cuenta de que Katherine Kavanagh está observándome boquiabierta, así que salgo
disparada hacia la cocina para evitar su inoportuna mirada escrutadora.
—Bueno… Nos gustaría hacer la sesión fotográfica para el artículo.
Respira, Ana, respira. Mis pulmones absorben una rápida bocanada de aire.
—Mañana, si no tiene problema. ¿Dónde le iría bien?
Casi puedo oír su sonrisa de esfinge al otro lado del teléfono.
—Me alojo en el hotel Heathman de Portland. ¿Le parece bien a las nueve y
media de la mañana?
—Muy bien, nos vemos allí.
Estoy pletórica y sin aliento. Parezco una cría, no una mujer adulta que puede
votar y beber alcohol en el estado de Washington.
—Lo estoy deseando, señorita Steele.
Veo el destello malévolo en sus ojos grises. ¿Cómo consigue que tan solo cinco
palabras encierren una promesa tan tentadora? Cuelgo. Kate está en la cocina,
observándome con una mirada de total y absoluta consternación.
—Anastasia Rose Steele. ¡Te gusta! Nunca te había visto ni te había oído tan…
tan… alterada por nadie. Te has puesto roja.
—Kate, ya sabes que me pongo roja por nada. Lo hago por deporte. No seas
ridícula —le contesto enfadada.
Kate parpadea sorprendida. Es muy raro que yo me enrabie, y si lo hago, se me