Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 38

pasa enseguida. —Me intimida… Eso es todo. —En el Heathman, nada menos —murmura Kate—. Voy a llamar al gerente para negociar con él un lugar para la sesión. —Yo voy a hacer la cena. Luego tengo que estudiar. Abro un armario para empezar a preparar la cena, sin poder disimular que estoy mosqueada con ella. Esa noche estoy intranquila, no paro de moverme y de dar vueltas en la cama. Sueño con ojos grises, monos de trabajo, piernas largas, dedos largos y lugares muy oscuros e inexplorados. Me despierto dos veces con el corazón latiéndome a toda velocidad. Si no pego ojo, mañana voy a tener una pinta estupenda, me regaño a mí misma. Doy un golpe sobre la almohada e intento calmarme. El Heathman está en el centro de Portland. Terminaron el impresionante edificio de piedra marrón justo a tiempo para el crack de finales de los años veinte. José, Travis y yo vamos en mi Escarabajo, y Kate en su CLK, porque en mi coche no cabemos todos. Travis es amigo y ayudante de José, y ha venido a echarle una mano con la iluminación. Kate ha conseguido que nos dejen utilizar una habitación del Heathman a cambio de mencionar el hotel en el artículo. Cuando explica en la recepción que hemos venido a fotografiar al empresario Christian Grey, nos suben de inmediato a una suite. Pero a una normal, porque al parecer el señor Grey está alojado en la suite más grande del edificio. Un responsable de marketing demasiado entusiasta nos muestra la suite. Es jovencísimo y por alguna razón está muy nervioso. Sospecho que la belleza de Kate y su aire autoritario lo desarman, porque hace con él lo que quiere. Las habitaciones son elegantes, sobrias y con muebles de calidad. Son las nueve. Tenemos media hora para prepararlo todo. Kate va de un lado a otro. —José, creo que lo colocaremos delante de esta pared. ¿Estás de acuerdo? —No espera a que le responda—. Travis, retira las sillas. Ana, ¿puedes pedir que nos traigan unos refrescos? Y dile a Grey que estamos aquí. Sí, ama. Es tan dominanta… Pongo los ojos en blanco, pero hago lo que me pide. Media hora después Christian Grey entra en nuestra suite. ¡Madre mía! Lleva una camisa blanca con el cuello abierto y unos pantalones grises de franela que le caen de forma muy seductora sobre las caderas. Todavía