Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 338
mucho.
Me posa la mano con reverencia en el trasero y me lo acaricia suavemente. Entre
mis piernas solo atisbo a ver las suyas, nada más. Cierro los ojos con fuerza cuando
me aparta con delicadeza las bragas y me pasea un dedo despacio por el sexo. Mi
cuerpo se prepara con una mezcla embriagadora de gran impaciencia y excitación.
Me mete un dedo y lo mueve en círculos con deliciosa lentitud. Oh, qué gusto.
Gimo.
Se me entrecorta la respiración y lo oigo gemir mientras repite el movimiento.
Retira el dedo y muy despacio inserta los objetos, primero una bola, luego la otra.
Madre mía. Están a la temperatura del cuerpo, calentadas por nuestras bocas. Es
una curiosa sensación: una vez que están dentro, no me las siento, aunque sé que
están ahí.
Me recoloca las bragas, se inclina hacia delante y sus labios depositan un beso
tierno en mi trasero.
—Ponte derecha —me ordena y, temblorosa, me enderezo.
¡Huy! Ahora sí que las siento… o algo. Me agarra por las caderas para sujetarme
mientras recupero el equilibrio.
—¿Estás bien? —me pregunta muy serio.
—Sí.
—Vuélvete.
Me giro hacia él.
Las bolas tiran hacia abajo y, sin querer, mi vientre se contrae alrededor de ellas.
La sensación me sobresalta, pero no en el mal sentido de la palabra.
—¿Qué tal? —pregunta.
—Raro.
—¿Raro bueno o raro malo?
—Raro bueno —confieso ruborizándome.
—Bien. —Asoma a sus ojos un vestigio de humor—. Quiero un vaso de agua. Ve
a traerme uno, por favor.
Oh.
—Y cuando vuelvas, te tumbaré en mis rodillas. Piensa en eso, Anastasia.
¿Agua? Quiere agua ahora? ¿Para qué?
Cuando salgo del dormitorio, me queda clarísimo por qué quiere que me pasee;