Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 331

regazo. Me acurruco contra su cuerpo, con los ojos cerrados, con la nariz en su cuello, embebiéndome de esa fragancia sexy a gel de baño almizclado y a Christian, apoyando la cabeza en su hombro. Dejo volar mi imaginación y fantaseo con que me quiere. Ah… y parece tan real, casi tangible, que una parte pequeñísima de mi desagradable subconsciente se comporta de forma completamente inusual y se atreve a albergar esperanzas. Procuro no tocarle el pecho, pero me refugio en sus brazos mientras me abraza con fuerza. Y demasiado pronto, me veo arrancada de mi quimera. —Ya estamos en casa —murmura Christian, y la frase resulta tentadora, cargada de potencial. En casa, con Christian. Salvo que su casa es una galería de arte, no un hogar. Taylor nos abre la puerta y yo le doy las gracias tímidamente, consciente de que ha podido oír nuestra conversación, pero su amable sonrisa tranquiliza sin revelar nada. Una vez fuera del coche, Christian me escudriña. Oh, no, ¿qué he hecho ahora? —¿Por qué no llevas chaqueta? Se quita la suya, ceñudo, y me la echa por los hombros. Siento un gran alivio. —La tengo en mi coche nuevo —contesto adormilada y bostezando. Me sonríe maliciosamente. —¿Cansada, señorita Steele? —Sí, señor Grey. —Me siento turbada ante su provocador escrutinio. Aun así, creo que debo darle una explicación—. Hoy me han convencido de que hiciera cosas que jamás había creído posibles. —Bueno, si tienes muy mala suerte, a lo mejor consigo convencerte de hacer alguna cosa más —promete mientras me coge de la mano y me lleva dentro del edificio. Madre mía… ¿Otra vez? En el ascensor, lo miro. Había dado por supuesto que quería que durmiera con él y ahora recuerdo que él no duerme con nadie, aunque lo haya hecho conmigo unas cuantas veces. Frunzo el ceño y, de pronto, su mirada se oscurece. Levanta la mano y me coge la barbilla, soltándome el labio que me mordía. —Algún día te follaré en este ascensor, Anastasia, pero ahora estás cansada, así