Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 320
Grace y Mia recogen las copas del postre y se dirigen a la cocina mientras el
señor Grey, Kate y Elliot hablan de las ventajas del uso de paneles solares en el
estado de Washington. Christian, fingiéndose interesado en el tema, vuelve a
ponerme la mano en la rodilla y empieza a subir por el muslo. Se me entrecorta la
respiración y junto las piernas para evitar que llegue más lejos. Detecto su sonrisa
pícara.
—¿Quieres que te enseñe la finca? —me pregunta en voz alta.
Sé que debo decir que sí, pero no me fío de él. Sin embargo, antes de que pueda
responder, él se pone de pie y me tiende la mano. Poso la mía en ella y noto cómo
se me contraen todos los músculos del vientre en respuesta a su mirada oscura y
voraz.
—Si me disculpa… —le digo al señor Grey y salgo del comedor detrás de
Christian.
Me lleva por el pasillo hasta la cocina, donde Mia y Grace cargan el lavavajillas.
A Coletitas Europeas no se la ve por ninguna parte.
—Voy a enseñarle el patio a Anastasia —le dice Christian inocentemente a su
madre.
Ella nos indica la salida con una sonrisa mientras Mia vuelve al comedor.
Salimos a un patio de losa gris iluminado por focos incrustados en el suelo. Hay
arbustos en maceteros de piedra gris y una mesa metálica muy elegante, con sus
sillas, en un rincón. Christian pasa por delante de ella, sube unos escalones y sale a
una amplia extensión de césped que llega hasta la bahía. Madre mía, es precioso.
Seattle centellea en el horizonte y la luna fría y brillante de mayo dibuja un
resplandeciente sendero plateado en el agua hasta un muelle en el que hay
amarrados dos barcos. Junto al embarcadero, hay una casita. Es un lugar tan
pintoresco, tan tranquilo… Me detengo, boquiabierta, un instante.
Christian tira de mí y los tacones se me hunden en la hierba tierna.
—Para, por favor.
Lo sigo tambaleándome.
Se detiene y me mira; su expresión es indescifrable.
—Los tacones. Tengo que quitarme los zapatos.
—No te molestes —dice.
Se agacha, me coge y me carga al hombro. Chillo fuerte del susto, y él me da una
palmada fuerte en el trasero.