Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 269

—Sí, quiero. —Eso es lo que no entiendo. Suspira y vuelve a pasarse las manos por el pelo. —Así soy yo, Anastasia. Necesito controlarte. Quiero que te comportes de una forma concreta, y si no lo haces… Me encanta ver cómo se sonroja y se calienta tu hermosa piel blanca bajo mis manos. Me excita. Madre mía. Ya voy entendiendo algo… —Entonces, ¿no es el dolor que me provocas? Traga saliva. —Un poco, el ver si lo aguantas, pero no es la razón principal. Es el hecho de que seas mía y pueda hacer contigo lo que quiera: control absoluto de otra persona. Y eso me pone. Muchísimo, Anastasia. Mira, no me estoy explicando muy bien. Nunca he tenido que hacerlo. No he meditado mucho todo esto. Siempre he estado con gente de mi estilo. —Se encoge de hombros, como disculpándose—. Y aún no has respondido a mi pregunta: ¿cómo te has sentido después? —Confundida. —Te ha excitado, Anastasia. Cierra los ojos un instante y, cuando vuelve a abrirlos y me mira, le arden. Su expresión despierta mi lado oscuro, enterrado en lo más hondo de mi vientre: mi libido, despierta domada por él, pero aún insaciable. —No me mires así —susurra. Frunzo el ceño. Dios mío, ¿qué he hecho ahora? —No llevo condones, Anastasia, y sabes que estás disgustada. En contra de lo que piensa tu compañera de piso, no soy ningún degenerado. Entonces, ¿te has sentido confundida? Me estremezco bajo su intensa mirada. —No te cuesta nada sincerarte conmigo por escrito. Por e-mail, siempre me dices exactamente lo que sientes. ¿Por qué no puedes hacer eso cara a cara? ¿Tanto te intimido? Intento quitar una mancha imaginaria de la colcha azul y crema de mi madre. —Me cautivas, Christian. Me abrumas. Me siento como Ícaro volando demasiado cerca del sol —le susurro. Ahoga un jadeo.