Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 248

—Le gusta esto, ¿verdad, señorita Steele? —Mmm… —Dilo. Continúa la tortura lenta y sensual, pellizcando suavemente. —Sí. —Sí, ¿qué? —Sí… señor. —Buena chica. Me pellizca con fuerza, y mi cuerpo se retuerce convulso contra el suyo. Jadeo por el exquisito y agudo dolor placentero. Lo noto pegado a mí. Gimo y le tiro del pelo con fuerza. —No creo que estés lista para correrte aún —me susurra dejando de mover las manos, me muerde flojito el lóbulo de la oreja y tira—. Además, me has disgustado. Oh, no… ¿qué querrá decir con eso?, me pregunto envuelta en la bruma del intenso deseo mientras gruño de placer. —Así que igual no dejo que te corras. Vuelve a centrar sus dedos en mis pezones, tirando, retorciéndolos, masajeándolos. Aprieto el trasero contra su cuerpo y lo muevo de un lado a otro. Noto su sonrisa en el cuello mientras sus manos se desplazan a mis caderas. Me mete los dedos por las bragas, por detrás, tira de ellas, clava los pulgares en el tejido, las desgarra y las lanza frente a mí para que las vea… Dios mío. Baja las manos a mi sexo y, desde atrás, me mete despacio un dedo. —Oh, sí. Mi dulce niña ya está lista —me dice dándome la vuelta para que lo mire. Su respiración se ha acelerado. Se mete el dedo en la boca—. Qué bien sabe, señorita Steele. Suspira. Madre mía, el dedo le debe de saber salado… a mí. —Desnúdame —me ordena en voz baja, mirándome fijamente, con los ojos entreabiertos. Lo único que llevo puesto son los zapatos… bueno, los zapatos de taconazo de Kate. Estoy desconcertada. Nunca he desnudado a un hombre. —Puedes hacerlo —me incita suavemente.