Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 205

—Buena chica —me dice orgulloso. —¿Has pedido ostras a propósito? ¿No dicen que son afrodisiacas? —No, son el primer plato del menú. No necesito afrodisiacos contigo. Creo que lo sabes, y creo que a ti te pasa lo mismo conmigo —me dice tranquilamente—. ¿Dónde estábamos? Echa un vistazo a mi e-mail mientras cojo otra ostra. A él le pasa lo mismo. Lo altero… Uau. —Obedecerme en todo. Sí, quiero que lo hagas. Necesito que lo hagas. Considéralo un papel, Anastasia. —Pero me preocupa que me hagas daño. —Que te haga daño ¿cómo? —Daño físico. Y emocional. —¿De verdad crees que te haría daño? ¿Que traspasaría un límite que no pudieras aguantar? —Me dijiste que habías hecho daño a alguien. —Sí, pero fue hace mucho tiempo. —¿Qué pasó? —La colgué del techo del cuarto de juegos. Es uno de los puntos que preguntabas, la suspensión. Para eso son los mosquetones. Con cuerdas. Y apreté demasiado una cuerda. Levanto una mano suplicándole que se calle. —No necesito saber más. Entonces no vas a colgarme… —No, si de verdad no quieres. Puedes pasarlo a la lista de los límites infranqueables. —De acuerdo. —Bueno, ¿crees que podrás obedecerme? Me lanza una mirada intensa. Pasan los segundos. —Podría intentarlo —susurro. —Bien —me dice sonriendo—. Ahora la vigencia. Un mes no es nada, especialmente si quieres un fin de semana libre cada mes. No creo que pueda aguantar lejos de ti tanto tiempo. Apenas lo consigo ahora.