LIMASHUN Nº 46 46-LIMASHUN | Page 4

Página 4 de 20 ―Será una duda muy pomposa, ampulosa, una duda que trae cosas ¡qué cosas! ¿Una duda gran- dosa o una duda chiquitona?― preguntó graciosamente un gnomo con pies que parecían raíces secas de árbol, un rostro muy café con surcos que delimitaban muy bien sus años y una nariz que apuntaba in- discretamente al elfo de luz― ¡Tu eres un elfo! ¡un elfo de luz! Debes saber hasta dónde están mis zapatos ¡he perdido mis zapatos! O lo que es peor ¡me han robado mis zapatos! ―Señor, usted no usa zapatos ―¡Aja!, sabes más que yo, y aun así quieres que yo resuelva tus dudas dudinas, sospechoso, muy sospechoso. ―¡Refestus! ―gritó el elfo ya impacientado―¡necesito su ayuda! Sé que nuestra raza atesora mu- chas verdades del mundo, pero no todas. Hoy una ninfa se ha desvanecido ante mis ojos y ante el miedo de todos se tornó más humana y no tenemos un cuerpo que entregar a los dioses ¡No sé qué hacer!― El gnomo cambió su semblante y engrosando la voz y muy pausado dijo: ― Dimaneus, el mundo no es lo que era antes, hemos estado en la materia y en las grandes mentes de la humanidad, hoy todo eso parece lejano, seguimos con nuestros destinos pero ya no es lo mismo, la creación es cada vez más estrecha para nosotros. Sabes lo que tienes que hacer, el equilibrio siempre es necesario. Fueron buenos tiempos bajo tu mandato, ahora ya no lo son… Dimaneus entendió con claridad lo que tenía que hacer, meditó su fortuna esperando 5 lunas para un eclipse solar y en la pequeña oscuridad de ese día, esperó el nacimiento de un elfo oscuro que por rarísima ocasión no sería sacrificado. La bestia de color negro y manos afiladas al ver al elfo trató inme- diatamente de agredirlo, este se defendió en la luz del sol que ya asomaba sus rayos. Las siguientes lunas el elfo tuvo que estar atado. ―¡No sabes quién soy yo!¡soy un elfo oscuro nacido de un eclipse! ¡Nací para gobernar a los de mi raza! Cuando ellos se enteren de que me tienes encerrado… ―Sé quién eres elfo y entre elementales nadie gobierna, todos cumplimos un destino, además tus elfos saben que estás conmigo. Mi destino ahora es informarte sobre todo lo que sucede en nuestro mundo. ―¡y mi destino es estar atado! ―gritó el elfo oscuro ―Tu destino, tú lo eliges― y diciendo esto Dimaneus soltó a la bestia despacio y la bautizó con el nombre de Ecustes. Ecustes parecía indomable ante las enseñazas de Dimaneus, no paraba de ser castigado y amarrado como forma de castigo a la copa de cualquier árbol con el sol poniente. ― Dimaneus, soy un elfo oscuro, jamás podré ser bueno, acaso no todos tienen un destino acá. ―Es cierto, déjame alumbrarte y podrás decidir, camina conmigo. El inicio fue un soplo divino, el gran aliento y con la formación de la materia se formó el primer elemental de fuego y luego de aire, luego de agua, de energía y por último de tierra, en un inicio todo fue bello. Los enanos como elementales de tierra crearon el oro y demás minerales que el hombre gustoso quería adornar y amoldar y fundir; los elementales de fuego servían de inspiración a los grandes filósofos que contaban nuestra historia, en cada objeto de la naturaleza que el hombre trabajaba, nacían nuevos elementales, del tiempo en relojes frescos de ébano, elementales de aire en lluvias que palpaban los pastos, de fuego en las velas de los poetas, de tierra en aquellas esculturas que divinizaron el arte, no solo permanecíamos, disfrutábamos siendo la conexión del creador con el artista, porque aquel hablaba por dios y así todos podían seguir creyendo, y aunque luego llegasen las grandes máquinas los elementales seguían fervientes en su labor, transportando la música a distancias lejanas y manteniendo el orden. Pero aquellos como nosotros, elementales dotados de conciencia, estamos perdiendo nuestro hogares, cada vez hay menos artistas y el hombre se preocupa cada vez más en cómo no hacer nada, estamos siendo desplazados y peligra nuestra existencia, han muerto duendes y enanos en minas más que en otras épocas, los elementales de lluvia han perdido la cordura y los elementales de fuego son errantes buscando un alma noble. ―Mientras haya agua y árboles no tenemos de que preocuparnos, podemos encantar lugares para que el hombre no tenga acceso a ellos, y yo puedo comerme a uno que otro… ― Ecustes, no puedes solucionar un problema de manera momentánea, lo hemos estado haciendo por largos años y para qué, para ver a grandes elementales rebajarse a las inutilidades del hombre, ¡no Ecustes! Debemos actuar ya, necesitamos defendernos o pereceremos y con eso solo contribuiremos a la bestialidad de los hombres.