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PROSA POÉTICA
Rodrigo C. Salvador Vila
Bocetos de gloria
H
emos leído tus cerros, tayta, con tus maizales peinados en tus abismos, con tu cielo azul e
inmensamente profundo donde a veces me he perdido, respirando tu algodonada neblina,
blanca y espumosa.
Hemos subido por tus calles empinadas, repletas de pocas gentes todavía respetuosas, donde
los niños juegan tan libres que uno no sabe cuál es el límite entre el cielo y la tierra; donde las puertas
esperan siempre abiertas y la inocencia borbotea como todos los gorriones que rayan el firmamento.
Pichos, así se llama este lugar, antes rebosante de chachas y talladores, a dos horas de Huan-
cayo, donde el destino (a través de Pedro González Paucar, admirado amigo) nos llevó para dejar
plasmada nuestra obra.
Y así como héroes de la patria olvidada, empezamos a trazar los bocetos inexistentes, apenas
ideados en la imaginación, de los murales que debíamos pintar, pues así como la vida, donde no
existen los ensayos, en nuestro arte todos los trazos son tan apreciados porque en ellos existen
voluntad.
Héroes son aquellos que se arriesgan por el compañero, o por la patria, que tentando a la
suerte la hacen su aliada, que han empeñado su palabra al destino, y se hacen cada vez más grandes
porque han creído. Esos héroes estuvieron a mi costado, endulzando de colores las paredes, inven-
tando trazos para embellecer la existencia. Soportando la lluvia y el sol, leyendo a los dioses en el
cielo, en esas estrellas fugaces confidentes de nuestros anhelos que nos cubren en su arco, y esa
luna creciente como barca plateada conteniendo la estrella fulgurante de nuestro ideal. Así los dio-
ses hablan y hábilmente se inventan el destino.
Surgieron los primeros rostros y luego los gorriones abarrotaron nuestras creaciones. Pero uno
de mirada fija y honda confundióse, por su gran tamaño, al tuco enigmático, lechuza de la noche,
que siendo gorrión apenas ganóse el respeto de la gente. Mas luego nos enteramos que Pichos,