LIMASHUN 28 | Page 4

Ruth 4 Yadira Coz Tadeo i padre era un hombre muy trabajador; salía todas las ma- ñanas a cultivar las extensas chacras de tío Ramiro; mamá se levan- taba con él, preparaba el fiambre y luego sacaba a pastar a los animales. Cuando tenía ocho años el rumor de un viaje habían llegado a mis oídos. —Ruti, mañana viajaremos a Rau- ra. Muy alegre por aquella noticia, co- rrí gritando a los cielos que viajaría con papá. Al llegar a casa agarré lo que mis manos pudieron coger y esperé hasta la madrugada; mamá nos dio su bendición en un delicioso fiambre y con un “buen viaje” salimos de casa. Papá decía que el camino iba a ser muy largo y peligroso, pero las ganas de conocer eso que solo lo escuchaba en cuentos me llenaba de ilusión. Cer- ca al medio día llegamos al pueblo de Huarin, compramos las semillas de papa que estábamos buscando y continuamos. Pasamos horas cabalgando y los caballos intentaban animarnos haciendo danzar M sus melenas. De repente uno de ellos se desplomó y por más que intentábamos reanimarlo fue inútil pues ya se había marchado a tomar un rumbo distinto al nuestro. Aquella situación nos acongojó y más a mi padre porque sabía que era difícil llegar a Raura con un caballo y con las semillas de papa que reclamaban sa- lir del costal. Con valentía y sin mostrar debilidad se cargó el saco semillas, yo lo animaba contándole historias de una niña traviesa que cansada de aburrirse en un salón de clases se escapaba a can- tar con las aves en medio del parque. Después de tanto caminar el cielo nos arropó con su manto a la salida de Huarin, hicimos una fogata y sacamos nuestro fiambre; con cada mordisco de queso y cancha recordaba cómo mi ma- dre me despertaba con la danza de la cancha que imploraba salir de esa sartén que había sido magullada por el tiempo. —¿Vez la estrella más brillante? —Sí. —Con esa conocí a tu madre. —¿Cómo?