esquinas de este mundo, contrae las angustias y ridiculiza al tiempo.
Échale alas a la tristeza genuina, no abandones los cantos líricos que aúnan la tierra sobre el mar, mira los ojos de las tardes, que tan campante esquivas el destello del vacío y dejas una señal a la existencia, aunque tus intenciones son apagadas y quisieras morder eln infinito de los días, te anticipas de la razón y no quieres volver al lado de los hombres, pero sí de Solis.
Llegan apresuradas e impacientes. Cata quería descansar un poco, Solis le quitó la ojota derecha, asomó sus ojos a la herida y vio la espina insertada al costado de su planta.
—¡ Cata! ¡ Cómo has podido soportar esto!
— No exageres Solis, solo es una espina, el otro me lo saqué al instante.
— Tenemos que sacarla antes que se infecte, no se vaya a crear el pus.
— Haber déjame acercarme a la piedra para apoyarme— apuntó con la quijada— ahora sí Solis.— Cierra los ojos Cata.—¡ Ah! ¡ Espera, espera!— con gesto de dolor— tienes que sacarlo rápido Solis, si te demoras no voy a aguantar el dolor— gritando.
— ¡ Cata, estás llorando!
— No, Solis, estoy bien, mírame— suelta una sonrisa forzada— solo tienes que sacarlo rápido. Antes alcánzame mi manta para ponerme en la boca.
—¿ Para qué te vas a poner eso?
— Para morderlo Solis, suelo vengarme cuando alguien me hace daño, no quiero golpearte cuando me saques la espina, por eso quiero morder la manta. Una vez que cierre los ojos debes de jalar sin miedo Solis.— Estoy lista. Una aguja punzante le tocó el alma, un sudor congelado le rozó la frente, se quedó mirando a los agujeros de los cielos, qué más ganas se puede tener después del dolor que acoge a la muerte y se va sin ella, es extraño que de un tiempo a aquí se extrañe el cuerpo y resurja nuevamente.
—¡ Catacha, no sé dónde lo he botado tu espina!
— Jajaja mira Solischa no estoy llorando— una lágrima se le escapa— te dije que era fácil.
—¡ Te está saliendo más sangre cata!
— Eso ya no es mucho— levanta el pie herido apoyándolo en la piedra— así la sangre no va a poder subir.
— No te rías más Cata, sino la sangre me va a saltar— riendo.
— Entonces ¿ me quedo calladita?— Al menos trata de hablar menos.
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