secan y todo toma un color pálido, en estos días de hojas secas, el fruto y la rosa seguían diputando por quién mantenía mejor el porte. Ahora se habían extendido hasta las noches a desprestigiarse el uno al otro, aunque el fruto estaba casi seco, y la rosa mantenía todavía algunas pobres hojas. De vez en cuando caía un poco de lluvia y algunos otros días garuaba, entre estos dos también había discusiones sobre quien era más importante, en estos afanes mantuvieron la confianza que todo mejoraría hasta la estación siguiente, pero no fue así.
Entonces, un día de esos, de débiles voces pero de discusiones y comparaciones de belleza otoñal, se apareció el invierno, y éste les enseñó a ambas a someterse a la inclemencia de lo incierto. Algunas veces caía una lluvia era torrencial y en otras ocasiones todo se tornaba muy gris, y también habían días de tormenta y que tenían que soportar continuamente por días y noches. Solo cuando dejaba de llover por un momento, se lamentaban al ver sus cuerpos completamente desechos.
Descubrieron también que cuando se llora bajo la lluvia nadie lo nota. Sus cuerpo estaban adoloridos y golpeados, su poca figura podía verse en el reflejo de los charcos que la lluvia dejaba, así pasaron muchas semanas. Un día después de tanta lluvia inesperadamente salió el sol y despertó a las flores y árboles, y con ellas también al fruto y la rosa. Tímidamente y muy cansados, observaron el reflejo del roció y notaron que mientras soportaban a cada hora a la lluvia y el viento que amenazaban con arrancarlos, la sabia naturaleza los había hecho fuertes. Ahora tenían los cuerpos y el porte más gloriosos que antes, jamás se habían visto más hermosos y tan orgullosos como ahora. Y una vez más vez volvieron a iniciar las discusiones sobre quién era mejor y todo volvió a ser como siempre.
Entre disputas y más comparaciones, un día, después de buscar por todo el jardín, pasó por el camino un novio que deseaba entregarle un regalo a su amada, y entonces divisó de lejos a la rosa. Su belleza y color llamaban la atención e invitaban a todo ser a detenerse y contemplarla, estaba mejor que nunca. Entonces estiró la mano el enamorado, la quiso arrancar y ésta se resistió; y aun defendiéndose, hiriéndole la mano con una de sus espinas, después de tanto forcejeo, terminó siendo arrancada. Al ver esto el fruto desde su rama empezó a burlarse y cantar de felicidad, pues al irse la rosa, él iba a ser el más importante en todo el jardín.
Más tarde una enamorada señorita pasó por el mismo lugar y sintió hambre, entonces levantó la mirada hacia el árbol que tenía en frente y vio al jugoso fruto que pendía de sus ramas. Con enorme entusiasmo tomo el fruto entre sus manos protegiéndolo en su pecho para compartirlo con su novio.
Los enamorados se encontraron pág. 10 de 16