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Yhon León-Chinchilla 7
se realizó durante la ceremonia denominada capac hucha( Guaman, 1980, pág. 186), muestra la cosmovisión que los incas se tenía de los niños. El capac hucha tiene diversas interpretaciones, Taylor( 2008, pág. 18) es“ deuda insigne” que consistía generalmente en el sacrificio de víctimas( esencialmente humanas) escogidas por su belleza; y para Silverblatt( 1988, pág. 120), desde una perspectiva religiosa, era un honor ser elegido para este ritual, ya que se consideraba que, al morir, los niños se unían a sus antepasados y velaban por sus localidades. Estos brevísimos datos etnohistóricos nos muestran al niño como símbolo colectivo de lo sagrado, en la actualidad su imagen está profanada, sobre todo en zonas rurales por su situación de pobreza, con limitados accesos a la educación, y más bien representan la población vulnerable.
Tras la colisión cultural del Siglo XVI, se dio un cambio radical en la dinámica social.“ Sobre las ruinas y los residuos de una economía socialista, echaron las bases de una economía feudal.”( Mariátegui, 1979, pág. 8). El cambio en la base económica o la infraestructura de las sociedades andinas, repercutió en los demás componentes del sistema social, es decir, en la estructura y superestructura, es el que descarriló desarrollo genuino y autónomo de la economía, la política, la religión, el arte y las lenguas. Todo lo solido se desvaneció en el aire y todo lo sagrado se profanó.
En un estudio etnohistórico e histórico sobre el trabajo infantil en el Perú, Barnen( 1998) muestra cómo se dieron los cambios de concepción del niño conforme se daban los cambios en la estructura política y económica durante los periodos incaicos, coloniales y republicanos.
“ En las diversas etapas históricas reseñadas, el trabajo infantil cumplió un rol complementario en las economías familiares de las clases trabajadoras así como una etapa de apren-