De Liceo a Ciudadela Universitaria. Historia de la sede de Robledo de la Universidad de Antioquia
heridos, situación que se repetía cada vez con mayor frecuencia y producía resultados cada vez más graves.
El contexto de violencia
Finalizando la década del 70 se implantó abierta y decididamente lo que se denomina Nuevo Orden Mundial, expresado, en parte, en el neoliberalismo, la globalización y intervencionismo militar internacional; su modelo económico exigió la apertura de mercados( léase claudicación de la soberanía nacional), lo que significó entregar por completo el destino de los países a las multinacionales, principalmente a la banca, quienes a partir de este período tomaron el control político y económico, amparadas especialmente por Estados Unidos y Gran Bretaña e Israel como incondicionales aliados, con la absoluta complacencia de las Naciones Unidas, cuya función se limitó a poner tropas en aquellas regiones que dejaron de ser naciones. El fantasma dejó de ser el bloque comunista, que ya no servía a sus propósitos y su lugar lo ocupó el supuesto terrorismo internacional, pretexto a nombre del cual obraron a sus anchas.
Fue el principio del fin de la aspiración a la libertad individual, el que fuera tal vez el más importante legado de la Revolución Francesa; noble aspiración sobre la cual erigir una justa y digna sociedad, nunca pasó de estar en el mero papel y alcanzó a ser sólo un ideal en la mayor parte del mundo que el Nuevo Orden Mundial sepultó a nombre de la seguridad ante el terrorismo, fantasma inventado o fortalecido a propósito.
Evidencia de la intención de eliminar la soberanía de las naciones – o lo que quedaba de ellas- fue el estatus creciente que, en breve, adquirieron desde entonces algunas organizaciones no gubernamentales en el mundo, por las cuales pasaron y pasan las decisiones más trascendentales de lo que queda de las naciones; es decir, el gobierno de los gobiernos.
Desde aquella época en Colombia se institucionalizaron diversas clases de delito como prácticas de gobierno, en especial aquellos relacionados con la violación de los derechos humanos y la represión de la protesta social, lo que incluyó la tortura, el asesinato, la desaparición y la total impunidad para los responsables. Fue la época del nefasto Estatuto de Seguridad, un período en el cual disminuyó drásticamente la inversión social y se incrementó el presupuesto para la guerra. En nuestra historia este es el más claro ejemplo de provocación e intensificación de la guerra interna, que sirvió a su vez para justificar todo tipo de medidas políticas, económicas y represivas, excluyendo toda posibilidad de ejercer oposición desde la legalidad, sin arriesgar la vida.
Empezó también en esta época la feria del patrimonio económico del país mediante la privatización como respaldo para el endeudamiento externo, recursos destinados en su mayor parte a la corrupción, el clientelismo y las fuerzas de seguridad, razón por la cual, desde entonces, el presupuesto nacional nunca alcanzó para casi nada más.
Sumamente triste es el hecho de que se recuerde este período más por los chistes sobre la personalidad del presidente que por el terror instaurado, pues la trivialización es una forma de olvido y este a su vez una forma de engaño. Los tres gobiernos siguientes se encargaron de
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