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elevándote tendrás una hermosura que no admirarán quizás los ojos, pero que a ti misma te servirá de recreo y orgullo. Estas sensatas palabras o no fueron entendidas o no fueron aceptadas por la Nela, que, ocultándose otra vez junto a Golfín, le miraba atentamente. Sus ojos pequeñitos, que a los más hermosos ganaban en elocuencia, parecían decir: -¿Pero a qué viene todas esas sabidurías, señor pedante? -Aquí -continuó Golfín, gozando extremadamente con aquel asunto, y dándole a pesar suyo un tono de tesis psicológica- hay una cuestión principal y es... -No tiene nada de extraño; al contrario, es muy natural lo que te pasa. Tienes un temperamento sentimental, imaginativo; has llevado con tu amo la vida libre y poética de la Naturaleza siempre juntos, en inocente intimidad. Él es discreto hasta no más, y guapo como una estatua... Parece la belleza ciega hecha para recreo de los que tienen vista. Además su bondad y la grandeza de su corazón cautivan y enamoran. No es extraño que te haya cautivado a ti, que eres niña casi mujer, o una mujer que parece niña. ¿Le quieres mucho, le quieres más que a todas las cosas de este mundo?... Marianela La Nela le había adivinado y se cubrió el rostro con las manos. -Sí, sí, señor -repuso la chicuela sollozando. -¿No puedes soportar la idea de que te deje de querer? -No, no, señor. -Él te ha dicho palabras amorosas y te ha hecho juramentos... -¡Oh!, sí, sí, señor. Me dijo que yo sería su compañera por toda la vida, y yo lo creí... -¿Por qué no ha de ser verdad?... -Me dijo que no podría vivir sin mí, y que aunque tuviera vista me querría mucho siempre. Yo estaba contenta, y mi fealdad, mi pequeñez y mi facha ridícula no me importaban, porque él no podía verme, y allá en sus tinieblas me tenía por bonita... Pero después... -Después... -murmuró Golfín traspasado de compasión-. Ya veo que yo tengo la culpa de todo. -La culpa no... porque usted ha hecho una buena obra. Usted es muy bueno... Es un bien que él haya sanado de sus ojos... Yo me digo a mí misma que es un bien... pero después de esto, yo debo quitarme de en medio... porque él verá a la señorita Florentina y la comparará conmigo... y © RinconCastellano 1997 – 2011  www.rinconcastellano.com 95