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Ya eres mía. Reposa con tu sueño en mi sueño. Amor, dolor, trabajos, deben dormir ahora. Gira la noche sobre sus invisibles ruedas y junto a mí eres pura como el ámbar dormido. Ninguna más, amor, dormirá con mis sueños. Irás, iremos juntos por las aguas del tiempo. Ninguna viajará por la sombra conmigo, sólo tú, siempreviva, siempre sol, siempre luna. Ya tus manos abrieron los puños delicados y dejaron caer suaves signos sin rumbo, tus ojos se cerraron como dos alas grises, mientras yo sigo el agua que llevas y me lleva: la noche, el mundo, el viento devanan su destino, y ya no soy sin ti sino sólo tu sueño. Soneto LXXXII Amor mío, al cerrar esta puerta nocturna te pido, amor, un viaje por oscuro recinto: cierra tus sueños, entra con tu cielo en mis ojos, extiéndete en mi sangre como en un ancho río. Adiós, adiós, cruel claridad que fue cayendo en el saco de cada día del pasado, adiós a cada rayo de reloj o naranja, salud oh sombra, intermitente compañera! En esta nave o agua o muerte o nueva vida, una vez más unidos, dormidos, resurrectos, somos el matrimonio de la noche en la sangre. No sé quién vive o muere, quién reposa o despierta, pero es tu corazón el que reparte en mi pecho los dones de la aurora. Soneto LXXXIII Es bueno, amor, sentirte cerca de mí en la noche, invisible en tu sueño, seriamente nocturna, mientras yo desenredo mis preocupaciones como si fueran redes confundidas. Ausente, por los sueños tu corazón navega, pero tu cuerpo así abandonado respira buscándome sin verme, completando mi sueño como una planta que se duplica en la sombra. Erguida, serás otra que vivirá mañana, pero de las fronteras perdidas en la noche, de este ser y no ser en que nos encontramos algo queda acercándonos en la luz de la vida como si el sello de la sombra señalara