Libros Comunión de Gracia La Resurrección: Una Promesa Cumplida | 页面 9
¡Ha Resucitado!
vidas. Nada antes o desde entonces ha sido tan importante en la historia,
como la resurrección de nuestro Señor. Toda la eternidad depende de ese
evento.
Pablo continuó diciendo, “así predicamos, y así han creído”. ¿Cómo pu-
dieron algunos corintios creer que no hay resurrección? Pablo entendía que
no se puede abandonar la doctrina de la resurrección corporal de Jesús, sin
abandonar también la fe. Pablo afirmó “Si Cristo no ha resucitado, vana es
nuestra predicación; vana también es nuestra fe. Y aún, somos hallados fal-
sos testigos de Dios”.
Unos versos después escribió: “Y si Cristo no ha resucitado, la fe de uste-
des es inútil; todavía están en sus pecados. En tal caso, también los que han
dormido en Cristo han perecido”.
Pablo le aseguró a los corintios, que los cristianos difuntos no estaban
perdidos, porque “Cristo sí ha resucitado de entre los muertos... en Cristo
todos serán vivificados”. Al concluir su carta, Pablo no sabía cuan importan-
tes sus palabras llegarían a ser. Lo que inicialmente fue una carta para una
congregación se convirtió en una epístola siempre viva para la iglesia por
todos los siglos.
A través de los siglos los cristianos han encontrado fortaleza en sus pala-
bras. Se han enfrentado a la adversidad, pobreza, sufrimiento y muerte,
enfocando en el recordatorio de Pablo de la realidad y posición central de la
resurrección de su Señor Jesucristo.
Por casi dos mil años los cristianos han llorado la muerte de sus seres
queridos. Por casi el mismo tiempo, las palabras de 1 Corintios 15 han eleva-
do sus espíritus y les han dado esperanza. Quite la resurrección de Jesús y
usted destruye su esperanza. El evangelio no deja a Jesús en la cruz o en el
sepulcro. El evangelio proclama: “¡Ha resucitado!”
Por dos milenios los creyentes han dicho, “no me avergüenzo del evange-
lio; pues es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”. Continue-
mos diciendo que no nos avergonzamos. ¿Por qué no nos avergonzamos? No
nos avergonzamos, porque ¡Él ha resucitado!
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