¡ Ha Resucitado!
zo a sus hijas, dijo:“ Vayan y coman ahora. Deben apurarse para que se puedan vestir. No se les olviden los bonitos vestidos nuevos que les compré”.“¡ Hurra! ¡ Vestidos nuevos!” gritaron mientras se devoraban el desayuno.
Después del desayuno, María tuvo que resolver unas riñas entre hermanas, recordarles a las niñas que se dieran prisa y ayudarles a peinarse el cabello. Finalmente estaban listas. Recogiendo su bolso, Biblia y llaves para el auto, María apuró a las niñas afuera por la puerta del frente.
“ Vamos Ruth. Métete en el auto. ¿ Qué estás haciendo?”“ Mami, mi pie se salió del zapato”. Después de resolver esa crisis, María retrocedió el auto fuera del camino de entrada. El sol empezaba a salir, sus cálidos rayos disipando el frío de la noche. Ahora las muchachas estaban emocionadas, queriendo lucir sus adornados vestidos y hablando acerca de los chocolates que iban a disfrutar más tarde.
María no compartía su gozo. A pesar de la bella mañana primaveral, ella no sentía emoción. No tenía ninguna anticipación. María estaba cansada y deprimida. ¿ Para qué levantarse tan temprano? ¿ Para qué ir a la iglesia? Aunque tratara, sólo podía pensar en Jaime. Si sólo él estuviera aquí. ¿ Por qué estamos haciendo esto de todos modos?
A unas cuadras de distancia un pequeño grupo de personas se estaba reuniendo en la iglesia. Como solían hacer el Domingo de resurrección, las personas venían con el mejor vestido. Se veían vestidos nuevos en todas partes. La iglesia se estaba llenando. Las personas que casi nunca venían a la iglesia frecuentemente, venían a los servicios del Domingo de resurrección.
Los adoradores comentaron acerca de la bella aurora y los bellos lirios que pusieron cerca del púlpito. El pastor, Henry Geenloe, había preparado un buen sermón. Le había pedido a Dios que utilizara su sermón para mover a los que no se han decidido a tener fe en Cristo. Unos pocos minutos antes de que comenzaran los servicios, el auto de María entró en el estacionamiento de la iglesia. Para ese entonces, algo de la depresión se le había ido. Comenzó a tener gratos recuerdos de Domingos de Resurrección pasados. Cuando era niña, había tenido la misma emoción que Elizabeth y Ruth ahora tenían. Y aprendió de Jaime a enfocarse en lo que significaba la Resurrección y no en cómo era observada.“ La Resurrección es acerca de la esperanza”, se dijo a sí misma.“ Es acerca de cómo la muerte no es el fin. Nos da razón para seguir adelante, a pesar de las pruebas de la vida”.
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