Libros Comunión de Gracia La Resurrección: Una Promesa Cumplida | Page 48

La Resurrección: Una Promesa Cumplida “Jesucristo resucitó… el nuevo Adán que encabeza la carrera en la nueva creación se levantó en la resurrección de entre los muertos [ver 1 Corintios 15:45; Romanos 1:4, 5:12; 2 Corintios 5:17]. Como tal, se levantó vestido con el poder de la resurrección y se menciona como “el espíritu que da vida” [1 Corintios 15:45]. No fue sólo un Adán a quien Dios sopló el aliento de vida y fue hecho un alma, sino el postrer Adán con tal plenitud de vida en sí mismo que, aun como hombre sopló espíritu vivificante en los demás. Él es el hombre resuci- tado que tiene vida en sí mismo, y se ha hecho a sí mismo la fuente y manan- tial de vida eterna para los demás [Juan 11:25, 5:21, 6:35]. Al vivir en santidad absoluta como Hijo en la tierra, apropió a nuestra na- turaleza humana la vida eterna de Dios, en virtud de ese “poder de una vida sin fin» [Hebreos 7:16] que rompió los lazos de la muerte y la tumba. Es ese mismo «poder de una vida sin fin” que ahora se desborda de él a todos los que son miembros de su cuerpo, por lo que es de su plenitud que todos ahora podemos recibir” (p. 217). En Isaías 25:6-8, el profeta dijo: Y el SEÑOR de los ejércitos preparará en este monte para todos los pueblos un banquete de manjares suculentos, un banquete de vino añejo, pedazos escogidos con tuétano, y vino añejo refina- do. Y destruirá en este monte la cobertura que cubre todos los pueblos, el velo que está extendido sobre todas las naciones. El destruirá la muerte para siempre; el Señor DIOS enjugará las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra, porque el SEÑOR ha hablado. “En este monte” es una referencia al monte Sión, la colina sobre la que se asienta Jerusalén y fue allí que Jesús, el Hijo encarnado, ganó su victoria sobre la muerte y liberó a la humanidad a través de su cruz y su resurrección (Col. 2:15, Heb. 2:14-15). Con su muerte, resurrección y ascensión, el Hijo encarnado cumplió la profecía dada a Isaías: él destruyó el velo de muerte que cubre a todos los pueblos y naciones, liberando así de la muerte a todas las personas y a todas las naciones. Como dice Pablo en Romanos 5:18, “por un acto de justicia resultó la justificación de vida para todos los hombres“. El evangelio es la buena noticia de que en Cristo, la humanidad tiene un nuevo comienzo y que ¡vamos a vivir para siempre en su resurrección! 48