Libros Comunión de Gracia La Resurrección: Una Promesa Cumplida | Page 43
Hagan correr la voz: ¡Él Vive!
Dios, quien nos ama, también lo sabe. Es por eso que envió a su único Hi-
jo, quien, sin tener pecado alguno, se sometió a sí mismo al cruel e implaca-
ble ambiente de nuestro mundo oscurecido por el pecado. El amor de Dios
es la razón por la cual Jesús tomó nuestra condición quebrantada sobre sí
mismo, pero sin pecado, y caminó en nuestro lugar y sufrió, aun hasta la
muerte, en las manos ignorantes y violentas de nosotros los pecadores. La
luz brilla en la oscuridad, pero la oscuridad no la ha entendido (Juan 1:5).
Pero para Jesús, la muerte no fue el fin de la historia. Y por Jesús, la
muerte no es el fin de la historia para usted ni para mí. Jesús resucitó a la
vida y, mediante Él, nosotros también somos resucitados a una nueva vida
audaz, vibrante y gloriosa: la vida eterna.
La vida de la eternidad venidera
Frecuentemente pensamos que la “vida eterna” es algo que Dios nos da-
rá en el futuro. Pero el hecho es que Jesús dijo que aquellos que creen en Él,
aquellos que “comen su carne” y “beben su sangre”, ya han entrado en la
vida eterna. “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo
lo resucitaré en el día final” (Juan 6:54). ¡Ser resucitado en el día final es algo
prometido a aquellos que ya poseen vida eterna!
Quizá tenemos la tendencia de limitar nuestro concepto de la vida eterna
al futuro debido a que las palabras vida eterna suenan como algo que toda-
vía no tenemos. Después de todo, todavía somos mortales, y sabemos que
vamos a morir antes de recibir la inmortalidad. Pero “vida eterna” e “inmor-
talidad” no son la misma cosa.
La inmortalidad se refiere a nuestros cuerpos físicos. En la resurrección,
nuestros cuerpos van a ser cambiados a inmortales. Pero la vida eterna, o la
vida del mundo venidero, es algo a lo que entramos el momento que llega-
mos a ser creyentes.
La vida eterna puede ser más fácil de entender cuando reconocemos que
las palabras griegas que Juan usó al citar a Jesús, aionios zoe, son traducidas
más literalmente: “la vida del mundo venidero”. Cuando llegamos a ser cre-
yentes, pasamos de la muerte a la vida. Entramos a la nueva vida, la vida del
mundo venidero.
Esa vida, la cual es una vida de gozo y amor abnegado en el poder de
Dios, llenará todo el universo cuando Jesús regrese. Y ya ha comenzado en
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