__ ¿Por qué me mentiste?__ le dijo una noche Roberto a María. __ ¿Me podés decir adónde vas cuando no vas a trabajar?
María se sonrió, se acercó, lo rodeó con sus brazos, lo besó apasionadamente y se fue a dormir. Al otro día desapareció junto con su auto.
El día de la desaparición María se había quedado dormida en el pasto, el auto había desaparecido con su cartera y toda su documentación. Ella había dejado las llaves puestas, algo común en esa época. Ya estaba cayendo la noche, necesitaba un teléfono para avisarle a Roberto lo que había pasado para que la viniera a buscar. María, preguntando, preguntando desde los bosques de Palermo llegó a plaza Italia; enfrente por avenida Santa Fe, divisó un teléfono, cuando llegó al teléfono público ya estaba furiosa, no tenía monedas, pidió ayuda a una persona, pidió monedas a otra, y siguió pidiendo a unos y a otros. Como nadie le pasó siquiera unas míseras monedas, entró en crisis. Su ataque de furia fue tan fuerte que llegó la policía, después la ambulancia y camisa de fuerza de por medio se la llevaron, mientras ella seguía gritando ¡Quiero un teléfono!”
Arnaldo Ponce
33