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“No soy loca”

Un mes más tarde en el pabellón, aún sin comunicación con su esposo, María continuaba pidiendo un teléfono sin éxito alguno. Día tras día, con ese traje de fuerza enloquecía un poco más llegando a hablar sola.

Una tarde una enfermera y un ayudante en los pasillos del pabellón, hablaron sobre una carta en la que se planificaba un atentado contra el establecimiento. Esto llegó a oídos de María. No era costumbre de María husmear en asuntos ajenos, pero decidió acercarse a ellos para escuchar más claramente su charla sin mucha suerte. A la semana el rumor se expandió por el pabellón, los enfermeros calmaban a los pacientes como podían. Solo horas más tarde el atentado fue ejecutado dejando cuerpos y sangre por los pasillos.

Diez años después el marido de María reclamó a las fuerzas policiales la búsqueda de su esposa que había pedido años atrás. Tanto tiempo sin pistas dieron lugar a que se cerrara el caso. Una noche llegó una carta de la comisaría mientras el esposo de María miraba el televisor: “Los restos de su mujer fueron hallados en un loquero. Lo sentimos”. Casi de inmediato en el televisor dieron una noticia de un atentado en un psiquiátrico llamado “El pabellón de las locas furiosas” en el cual se encontraron los restos de 143 pacientes que habían sido mutiladas por un grupo de terroristas de gran poder hace diez años.

Brandon Manuel Cancillieri y Mariana Pennacca

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