Libro: Estado, pensamiento crítico y políticas públicas LIBRO IIESES 2018 | Page 45

45 sólo se invirtió para generalizar el servicio de la educación pública entre la población, sino también se mejoró sustancialmente su calidad. Hoy en día, los países que lideran las tasas más altas de estudios universitarios son: Corea del Sur, Canadá, Japón, Reino Unido y Luxemburgo, naciones todas ellas desarrolladas y en donde entre el 70 y 51% de sus habitantes estudiaron la licenciatura o posgrado (OCDE, 2018). En México, por su parte, el grado promedio de escolaridad está por debajo de los principales países de la OCDE. En efecto, para 2015, el grado promedio de escolaridad en el país se ubicó en 9.2 años. En contraste, en países como Estados Unidos, se ubicó en 12.9 años; Alemania, 13.1 años; República de Corea, 11.9 años; Chile, 9.8 años (OCDE, 2018). En efecto, las políticas de acceso universal a la educación superior tienden a mejorar el ingreso de las personas, pues existe una relación entre nivel de ingresos y nivel educativo alcanzado; en México, por ejemplo, los adultos con título de educación superior ganan, en promedio, más del doble que los adultos que sólo cuentan con la educación media superior (OCDE, 2018). Así, las políticas de acceso universal a la educación superior tienen el potencial de contribuir a reducir las desigualdades presentes en una nación como México. El Estado mexicano tiene el deber y la obligación constitucional consagrada en el Artículo 3º de impulsar la educación pública, laica, gratuita y obligatoria entre la sociedad mexicana. Lamentablemente esta obligación constitucional abarca hasta el nivel medio superior, por lo que el gobierno federal ha tratado de enfrentar el problema de la inequidad en el acceso a este nivel educativo con paliativos. Ejemplo de ello es el programa “Un lugar para ti”, acción impulsada en el 2017 por parte de la SEP, cuya población objetivo fue los cerca de 383 mil rechazados de la UNAM, el IPN y la UAM. Para dicho año, se ofertaron poco más de 41 mil espacios en universidades públicas y privadas de la zona metropolitana del Valle de México. Dicho programa consistía en ofrecer a los aspirantes rechazados la posibilidad de inscribirse con tarifas preferenciales en una de varias universidades privadas ubicadas en la Ciudad de México, Estado de México, Hidalgo o Morelos. Dichas tarifas promocionales eran menores a los 1,350.00 pesos mensuales. El programa daba la posibilidad de otorgar una beca de 6 mil pesos durante el primer semestre y la posibilidad de renovarla hasta el segundo semestre. Este programa resulta, en realidad, un paliativo al problema