Libro: Estado, pensamiento crítico y políticas públicas LIBRO IIESES 2018 | Page 178

178 resguardar la confiabilidad de la correspondencia. Por su parte, la difusión de acontecimientos en las comunidades adquirió un nuevo camino con el desarrollo de la prensa escrita. La llamada prensa de opinión apareció a mitad del siglo XVIII con grandes limitaciones técnicas, pocos recursos económicos y una escasa distribución. La retórica y las formas literarias predominaban por encima de otros estilos. Las publicaciones eran gacetas o tabloides y sus contenidos se dirigían a difundir la vida cultural, pero a la vez, motivaban discusiones donde se confrontaban los intereses de sus interlocutores. En Francia estos grupos conformados por escritores, filósofos o académicos procedían de sectores alejados del dominio centralizado del monarca en turno. Excluidos de encargos oficiales e incapaces de encontrar lugar en las instituciones del Estado absolutista, estos disidentes se reunían en casas de café, clubes, bibliotecas o sociedades literarias, para discutir acerca de las artes y la filosofía. Koselleck recuerda: “En esta sociedad, cuyo instigador fue Bolingbroke, se reunían distinguidos eruditos, clérigos progresistas, militares de alto rango y funcionarios llenos de experiencia que coleccionaban y comentaban noticias de todo el mundo; cada uno de los miembros tenía asignado un campo o materia propia, y la tarea fundamental de todos se vertía sobre los problemas de la política interior y exterior”, (2007, 64). Surgidos generalmente de la burguesía, estos círculos fueron adquiriendo importancia de manera progresiva. Más tarde llegaron a expresarse de modo radical sin que se les impidiera crear un espacio de opinión y crítica frente al poder de las instituciones centralizadas de la monarquía. Hacia la segunda mitad del siglo XIX la industrialización, las modificaciones jurídicas y las grandes inversiones de capital propiciaron el surgimiento de la prensa comercial. El contexto lo representó el crecimiento urbano, la mecanización fabril, la alfabetización y la aparición de la instrucción pública, así como una forma de convivencia en torno a costumbres nacionales por encima de los cánones tradicionales (Miège, 1998, 47). Impulsada por la expansión de la red eléctrica y por los procesos industriales, la prensa de la época se orientó a obtener beneficios económicos. Se abandonaron los métodos administrativos del viejo periodismo. El sistema se extendió hacia nuevas prácticas editoriales. Desapareció la autonomía que guardaban las redacciones