Libro El Homo Sapiens PDF | Page 45

EL HOMO SAPIENS -DE LA CURIOSIDAD CREADORA A LA CIVILIZACIÓN TECNOLÓGICA-
modificados con un propósito . El autor de estos útiles , por muy toscos que fuesen , tenía ya en mente el resultado final del objeto modificado . La asociación de un cerebro relativamente grande junto a la capacidad para fabricar intencionalmente instrumentos ha sido considerada como el rubicón que permitiría separar a los representantes de nuestro género del resto de los homínidos bípedos . Esta separación tiene indudables connotaciones ideológicas , por cuanto permite establecer una línea divisoria entre << el Hombre >> o << la Humanidad >> y el resto de primates . […]
La segunda expansión cerebral
Hace poco menos de dos millones de años , concretamente 1,8 millones de años , se produjo una nueva vuelta de tuerca en la deriva del planeta hacia unas condiciones climáticas cada vez más duras . En ese momento , que coincide con el inicio del Pleistoceno , tienen lugar una serie de pulsos glaciales que determinan una nueva extensión de la tundra en las latitudes septentrionales de Europa y Asia . Paralelamente , en África se detecta una nueva expansión de las sabanas , que pasan a ocupar amplias zonas de este continente . La diversidad animal desciende de nuevo y los grandes herbívoros se constituyen en los elementos dominantes de los ecosistemas africanos . Este cambio también afectó a las comunidades de homínidos que por entonces poblaban los bosques y las sabanas de África , exacerbando las tendencias ya iniciadas a finales del Plioceno . Así , los parántropos evolucionan hacia formas hiperrrobustas como Paranthropus boisei , mientras que los representantes de nuestro género dan lugar a un nuevo tipo de homínido , en que el cerebro se expende más allá de los ochocientos gramos y cuyo esqueleto locomotor muestra ya los rasgos presentes en nuestra especie . Se trata del Homo ergaster , una de las especies de homínidos mejor conocida gracias al hallazgo en 1984 de un esqueleto parcialmente completo , apodado familiarmente << el chico de Turkana >>. El término << chico >> hace referencia aquí al estado de inmadurez de este individuo , que correspondería al de un adolescente de unos doce años de edad . Aun así , sus miembros presentaban ya unas dimensiones y proporciones de tipo moderno , alejadas de las de los australopitecos y similares a las nuestras , con piernas largas y brazos relativamente cortos . Su talla sería de unos ciento sesenta centímetros , lo que hace pensar que en estado adulto habría llegado a los ciento ochenta centímetros . Su complexión recuerda a la de los actuales pobladores de África oriental , como los masai , y corresponde a la de un típico habitante de la sabana . Es en este momento , por tanto , cuando nuestros antepasados abandonaron definitivamente el bosque protector que les había servido de habitáculo a lo largo de millones de años y se establecieron en campo abierto .
Y , efectivamente , las evidencias arqueológicas asociadas a Homo ergaster indican que esta especie mantenía una movilidad mucho más amplia que la de sus predecesores . Así , mientras que las localidades africanas asociadas a Homo habilis corresponden a zonas de margen de lago , situadas a menos de un kilómetro de la orilla , la mayor parte de yacimientos asociados a la nueva especie corresponde a localidades del interior , situadas a más de diez kilómetros del antiguo lago . Cabe pensar , por tanto , que Homo ergaster fue ya una forma que se desplazaba a lo largo de amplias distancias en búsqueda de nuevos recursos . Su modo de vida no debió diferir en gran medida del de los actuales cazadores-recolectores que todavía encontramos en África austral . Este modo de vida todavía sería altamente dependiente del carroñeo , pero sin duda se aventurarían a la caza de presas pequeñas y medianas .
Las herramientas de piedra también se adaptan al modo de vida de la nueva especie . Surge el bifaz , la comúnmente conocida << hacha de piedra >>. Aunque el término << hacha >> no hace justicia a la funcionalidad de este nuevo instrumento . Dado que en sus correrías los Homo ergaster no siempre tendrían a mano los guijarros apropiados para desbastar nuevos útiles , se hace necesario un instrumento multiusos que sea fácilmente transportable . El arcaico guijarro ocasional del Modo 1 se transforma en una hoja lanceolada , cuya superficie cortante no se restringe a un solo lado sino que bordea todo el útil . Por uno de sus extremos se hace más estrecho y acaba en punta , mientras que por el otro dibuja una semicircunferencia . Según las circunstancias , el bifaz sirve para cortar , pinchar , triturar , escarbar e , incluso , hacer agujeros en el suelo . Pero el descubrimiento del bifaz corresponde a algo más que a una mera innovación tecnológica . Con el bifaz , aquellos arcaicos homínidos de más de un millón de años de edad se abrieron a un nuevo mundo , el mundo de la geometría y , tal vez , de la estética . Con su forma lanceolada y sus dos caras perfectamente simétricas , el bifaz se revela como algo más que un útil . Nuestra mente moderna los contempla como un objeto hermoso y tenemos razones para pensar que , con el tiempo , ésta fue también la sensación que cundió en la mente de aquellos lejanos antepasados , ya que algunos bifaces , como el encontrado en la Sima de los Huesos de Atapuerca , nunca fueron utilizados para su
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