Libro digital 1 TOMO-5 | Page 80

52 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO OdIo en el lago Titicaca; otro, el hudimiento de la áurea vara milagrosa; y, finalmente, el último, el blasón de los Incas que conforme a los más seguros autores (Véase, por ejemplo, Cobo tomo III, pág. 287), se componía de la mascapaycha extendida, dos sierpes paralelas a ella, el ar- co iris, y el cóndor y el puma, que algunos monarcas incai- cos le añadieron, y una orla de plumas largas colocadas de trecho en trecho. La inscripción, muy concisa, en cas- tellano y quechua, podría recordar la más hermosa de las etimologías del Cuzco, que, según las Informaciones del Virrey Toledo (Sarmiento de Gamboa, cap. 13), quería decir no en el quechua vulgar, sino en el extinguido dia- lecto cortesano, "sitio fecundo y melancólico", nombre tan adecuado a s~ paisaje y su historia. Cuatro pumas bien estilizados, sobre un zócalo, compondrían la base del mo- numento i y a conveniente distancia, cuatro postes o pe- queñas estelas de granito, en forma de intihuatanas re- ducidas. Todas estas indicaciones deberían ampliarse y por- menorizarse por los técnicos, sujetándose al doble criterio estético y arquelógico, a fin de que el escultor encargado de la obra se empapara perfectamente en su significado y los sentimientos inspiradores, y nos diera así un monumen- to expresivo y por lo mismo original, y no una insipidez más, de las rutinarias, extranjerizadas y postizas que sue- len poblar nuestras desdichadas plazas. La inauguración podría fijarse para 1921 Ó 1924, dando tiempo a acre- centar las recursos pecuniarios y trabajar con esmero las figuras y relieves; y coincidiendo además con las fechas finales de la Independencia, 10 que seria de hondo sim- bolismo. Nuestra nacionalidad tiene sus más innegables y gloriosas raíces en el Imperio incaico i y todos los blancos capaces de pensar y sentir con altura, hemos de conven- cemos de que nuestra República ha de ser en lo esencial su continuación y perfeccionamiento, si es que aspiramos a