EL IMPERIO INCAICO
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En el fondo del espíritu de Riva-Agüero lucharon el li-
beral y eí autoritario del siglo X1X. En su primera etapa
predominó el liberal cuando condenaba el 1mperio 1ncaico
porque no había respetado el supremo valor moral de la li-
bertad individual y le hacía responsable de los hábitos de
servidumbre y de los males que actualmente afligen al Pe-
tú. Pero, en su última época, se sobrepuso el antiguo abso-
lutista que latía en el fondo atávico de su estirpe española
y reclamaba como mérito del antiguo 1mperio indígena el
haber hecho prevalecer desde sus más remotos orígenes, "la
jerarquía, la subordinación forzosa y clarísima propensión
a la autocracia". 'fundió, así, ínHmamente en su espíritu, el
legado quechua y el español, aunque como excelso repre-
sentativo que era de la cultura occidental no pudo dejar
de afirmar -como lo dijo en su discurso de 1934, en el
Centenario de la fundación del Cuzco, probablemente re-
cordando a Bartolomé 'J-ferrera- que aquel acto "era la ini-
ciación solemne del Perú cristiano y europeizado, que es el
nuestro, el presente, el definitivo".
Pero el 1mperio incaico realizó una obra civilizadora
benéfica para el hombre y la cultura americana. "'fue un
régimen de 'madurez, una gerontocracia en que predomina-
ban la experiencia y el tino". Conducido por los orejones,
que fueron la armadura y el nervio de la potencia jncaica,
terminó con las luchas intestinas, disminuyendo los sacri-
ficios humanos, construyendo caminos, canales y edificios,
difundiendo altos princiPios éticos y despertando en sus
súbditos la orgullosa conciencia de integrar una sociedad
ejemplar entre las hordas salvajes.
Como en el campo de la historia incaica e hispánica,
fue también decisivo el influjo de José de la Riva-Agüero
en la orientación de los estudios de historia republicana,
110 obstante de que no escribió una obra particular sobre
este período. Riva-Agüero contribuyó fundamentalmente a
la exégesis de la evolución republicana con su obra Carác-