22
JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO
" Todo esto es, -dice- de una atrocidad oriental asiria".
En el mismo tono habla de las represalias ejercidas en la
conquista del valle del J-luarco o en la "terrible subleva-
ción de los Collas". De retorno de Chile, Pachacutec cas-
tiga a los rebeldes que son desollados y de sus pieles se
hacen tambores. El reinado de Túpac )Iupan.qui deja "una
herencia de agravios y rencores", en contradicción con su
afirtmación anterior de que no dejaron tras de sí inex-
tinguibles odios. De J-luayna Cápac dice que hizo degollar
con espantosa crueldad más de veinte mil hombres en las
orillas de Yahuarcocha. El jefe Pintuy (caña brava) fue
desollado y "de su Piel hicieron. un tambor, enviado al
Cuzco como trofeo". La crueldad continúa y se exacerba
en la guerra civil de J-luáscar y Atabualpa, quien ordenaba
sacar los ojos a los enemigos, asolaba ciudades, pasó a
cuchillo a 60,000 personas, mandó saquear el Cuzco, abrir
los vientres a las mujeres, ajusticiar en estacas a los miem-
bros de la nobleza adicta a J-luáscar y a aquél horadar los
hombros para pasarle unas sogas i y que levantó en su paso
de conquistador "Piramides horrendas cO'mo un conquista-
dor asiático". Atahualpa fue, según Riva-Agüero, el cul-
pable de que el Perú n.o se defendiera ante los conquista-
dores españoles, "infundiendo el respeto que es prenda de
unión fecunda y gloriosa".
La égloga del1mperio se desvanece por completo, pero
al mismo tiempo Riva-Agüero acepta que esta exacerbación
de ía crueldad y ruptura deTa unidad incaica se debiera a
un comienzo de decadencia moral. En 1934, en un ensayo
publicado en la Revista de la Universidad Católica titulado
La caída del Imperio incaico insinué la explicación de que
esa debilidad proviniera del debilitamiento de las virtudes
de la nobleza incaica, la que por primera vez se abstuvo
de combatir a los Cayambis y había perdido en parte sus
costumbres ascéticas y viriles. Riva-Agüero aceptó esta
tesis en sus clases, aunque la discuta en parte en su texto y