Libro digital 1 TOMO-5 | Page 442

398 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO aun no han venido, muy explicable retardo por las actua- les circunstancias de la antigua Metrópoli. Es de suponer que los cuerpos de Incas y Coyas in- humados en Lima lo fueron en lugar secreto del Hospi- tal, y despojados de sus ídolos y ofrendas, como que el motivo de su traída a nuestra ciudad y su sepultura en ella fue evitar supersticiones; pero algunas mantas ricas r otros indicios quedarían reconocibles, aunque no fue- ran sino las peculiaridades de la raza indígena, en un Hospital destinado a castellanos, mestizos y otras castas, con exclusión de los indios, para los cuales se reservaba el próximo de Santa Ana. No han podido tampoco en- terrarse las momias incaicas en la capilla ni en los cemen- terios benditos que en el mismo Hospital de San Andrés servían para la generalidad de los enfermos que morían allí, porque los Incas como gentiles no habían de sepul- tarse en sagrado. Hemos removido por eso de preferencia los patios interiores, el lavadero, los pasadizos, y la huerta en que se construyen casas modernas. Hemos hecho perfo- rar el suelo en otros puntos diferentes, sobre todo donde parecían existir bóvedas y subterráneos. Nuestras especta- tivas han sido defraudadas. En la bóveda del pasillo que va del comedor a la sala de fiestas hallamos numerosos restos humanos, en fragmentos de huesos que al tocarlos se deshacen, por la humedad del terreno en que largo tiempo yacieron. Lo mismo ocurrió con los del patio que está al Sudoeste de la Capilla; en nuestra afanosa escrupulosidad, registra- mos igualmente la cripta pequeña de la propia capilla, aunque no era presumible que allí se hubieran depositado las momias incaicas por la razón de Derecho Eclesiástico apuntada arriba. En la referida cripta hay muchos restos humanos como era de suponer; los más regados por el suelo, y se ven varios cráneos. En una caja de madera, que hemos hecho reemplazar por féretro, hallamos una