Libro digital 1 TOMO-5 | Page 415

EL IMPERIO INCAICO 387 una nobleza militar y feudal, que no otra cosa eran los orejones y los curacas. Hay que repetir y subrayar tan elementales verdades de sentido común, porque se acu- mulan sin cesar en nuestro ambiente informes nubes de tendenciosos errores. Son innegables las ventajas que dimanaron de la do- minación incaica para los mismos siervos de la gleba, los atareados batunruna, por más que sostenga lo inverso el contemporáneo Trimborn. No sólo los de las clases do- minantes, sino los indios más humildes, se beneficiaron con la creación del gran estado que acabó con las per- manentes contiendas locales y las rencillas intestinas, y que, asegurando la paz en el seno del imperio, trasladó de ordinario las hostilidades a fronteras prodigiosamente remotas; corrigió y quebrantó las tiranías lugareñas de clanes y curacas, sometidos ahora a un poder imparcial y equitativo por supremo; disminuyó el número de los sa- crificios humanos, aunque conservara y ratificara el prin- cipio para las mayores fiestas y los funerales de los jefes; individualizó casi siempre las penas, aboliendo, salvo ca- sos excepcionales, la responsabilidad colectiva del ayIlo y la venganza de grupos; cubrió el inmenso país de gran- diosos caminos, canales y edificios; columbró altos prin- cipios espirituales y éticos; y despertó en sus súbditos la orgullosa conciencia de integrar una sociedad dominadora y ejemplar que brillaba en medio de las tinieblas de hor- das salvajes. A pesar de la rapidez del proceso incaico, poseen sus obras una solidez, un esmero y una elegancia de inconfundible seno gentilicio. La finura de sus tejidos, iguales en lo visible y lo interno; la distinguida cerámica de sus aríbalos, que no desmerecen del nombre griego impuesto por la arqueología moderna, y que recuerdan los vasos itálicos de Corneto; la severidad ceñuda de sus tem- plos y de sus palacios; lo que hay a la vez de fuerte y de tierno, de hondo y de robusto, de sobrio y dulce en