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JosÉ
DE LA RIVA-AGÜERO
príncipes vasallos, por las remotas fronteras.- Capataces
subalternos de las cuadrillas de campesinos y trabajadores,
(que en la vieja China se llamaron seucbang y en el Perú
camayoc).~ Reglamentación excesiva, gobierno que es
una mezcla de tiranía y paternalismo, de próvida benevo-
lencia en las miras sistemáticas y de atroces suplicios en
la diaria ejecución. No menores son las semejanzas con
el Egipto faraónico en su período del Antiguo Imperio.
Muchas todavía se hallan hasta la dinastía décima octava.
El Perú indígena fue un Egipto más extenso pero discon-
tinuo, fraccionado, sin Nilo unificador, en que los terre~
nos bajos y de quebrada se adicionan con dificultad a
montañas y mesetas como las de Etiopía; civilización de
oasis, entre rocas y arenas, adobes y piedras, acequias,
desiertos, sepulcros y momias; nación eternamente dúpli-
ce, como el Alto y el Bajo Egipto, en que la rivalidad
costeña de Nazca y Chincha, Pachacámaj y Chanchán
contra el Collao y el Cuzco, y luego la del Norte quiteño
contra el Sur incaico, parecen revivir la de Tebaida y el
Delta, y sus respectivas capitales, la de Tinis, Nequeb y
Tebas, contra Buto y MenOs, Sais y Alejandría.- En la
Edad Antigua de Egipto no había moneda ni hierro, y
el metal predominante era el bronce, como en el Perú
de los incas.- El calendario egipcio más arcaico fue lu-
nar, como el peruano. Luego se combina con el Sol; y se
divide en tres estaciones de cuatro meses cada una, cada
estación con una fiesta principal (Los dos Ráymis incai-
cos y la Situa).- Subsisten las huellas del totemismo,
pero casi siempre agnaticio y endogámico.- La organi-
zación de los nomos recuerda la de los ayIlos.- Hay una
rigorosa serie anual y ritual de faenas agrícolas, muy so-
lemnizadas.- El fundamento del culto es la adoración
del Sol y de los muertos.- El dios Huiracocha se parece
bastante a Osiris y a Horus-Ra.- Hay vislumbres e in-
tentos de monoteísmo.- En las teocracias faraónica e