Libro digital 1 TOMO-5 | Page 389

EL IMPERIO INCAICO 361
cidió su muerte el temor de Atahuallpa a verlos libertados y restablecidos por los españoles a cambio de promesas de
mayor rescate.
La ceguera regionalista, el afán político espectacular y la ignorancia de la historia, tres dolencias que a menudo van juntas, han intentado rehabilitar la repulsiva figura de Atahuallpa; y arreciando en sus empeños estos últimos años han llegado a presentarla como prototipo de peruanismo, elevación moral y entereza. Basta revisar lo poco que he apuntado y hojear lo que dicen los testigos presenciales para saber a qué atenernos sobre tan descabellados y absurdos propósitos. Hay que adulterar por completo la historia para que resulte modelo de peruanismo el caudillo quiteño, desde el principio separatista, después usurpador y felón, que dividió el imperio, violó y halló todas sus leyes, quebrantó y profanó sus tradiciones, procuró extirpar las memorias de sus quipus, como las Informaciones de Vaca de Castro 10 comprueban, y fue el principal culpable de la escasa o nula resistencia que los conquistadores españoles encontraron. Los mismos que reconocemos los méritos de la conquista castellana y nos enorgullecemos con su herencia, no podemos menos de lamentar que, por obra de Atahuallpa, los indígenas con quienes nos hemos fundido y colaboramos no presentaran aquel1a defensa porfiada y heroica, que si bien hubiera aumentado las dificultades de la colonización cristiana, la habría hecho al cabo más robusta y viviente, infundiendo el respeto mútuo que es prenda de unión fecunda y gloriosa. Pero el Tahuantinsuyu, con la devastadora y sacrílega guerra civil emprendida por Atahuallpa, era un país moralmente deprimido y exhausto, que había perdido la fe en sus principios tutelares, ultrajados y vulnerados todos por la soldadesca atahualpista, según lo demuestran a cada paso los sucesos que hemos referido. La clase directora de los Incas, aniquilada casi y profundamente desmoralizada