EL IMPERIO INCAICO
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cuentro con los de Huáscar, en las orillas de un río grande
y hondo. Los peruanos se resistieron dos o tres días, que-
maron el puente; y Chollcochima y los suyos tuvieron
que pasar a nado e hicieron gran mortandad en los cuz-
queños que estaban en la otra banda. El río a que Chail-
cochima se refiere, entre Huari y Piscobamba, puede ser
el Marañón, o el de los Conchucos, que pasa junto a Cha-
vÍn. A estos combates los denominan otros cronistas los
de Huánuco, porque efectivamente se dieron en lo que
constituía la jurisdicción de la ciudad de Huánuco el Vie-
jo. Otros se libraron en Pumpu o Bombón, en las riberas
de aquel lago de Chichaycocha, en que tuvo Huayna Cá-
paj sus balsas o navíos de placer. Con refuerzos de huan-
cas y yauyos, los derrotados cuzqueños presentaron una
nueva batalla en: Yanamarca, lugar que está entre Tingo y
Jauja. Siguieron defendiendo encarnizadamente el valle de
Mantaro, que se llamaba Angoyaco; y la resistencia fue de
más de un mes en las cercanías de Izcuchaca, que por su
posición ha sido hasta en la época republicana el perpetuo
eje de las guerras en el Centro del Perú. A fin de socorrer a
Huanca Auqui, el orejón Mayta Yupanqui trajo una hues-
te nutrida de soldados del sur del imperio, cuyo principal
campamento se estableció en Paucaray, lugar de puna, ca-
pital antigua del Hancohallu chanca, desde la cual se do-
mina la cuenca del Mantaro. Los tenientes de Atahuallpa,<
Challcochima y Quizquiz, habían engrosado mucho sus.
ejérci~os, obligando a incorporárseles a los curacas de la
región conquistada, bajo pena de exterminar a las familias
de los que fueran remisos. Cuando cedió la línea del An-
goyacu, después del mes de resis