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JOSE DE LA RIVA-AGÜERO
pas frescas y acabó de apaciguar los confines de los bra
camoros. Al frente del nuevo ejército peruano puso a Huan-
ca Auqui, que unos creen hermano suyo y otros primo-
hermano, como hijo de Apu Ilaquita, el antiguo gobernador
o virrey del Cuzco Bajo Huayna Cápaj. Los cuzqueños y
cañaris, apoyados por los contingentes chachapoyas, que
se mostraron en esta coyuntura muy fieles, ofrecieron re-
sistencia en Cajas de Palta, que puede ser la sierra o nudo
de Cajanuma al sur de la moderna Loja. Desbaratados
allí, hicieron frente de nuevo, al norte de Huancabamba,
en otra Caja (frecuentísimo nombre para los puertos o
angosturas de las cordilleras peruanas), junto a la laguna
que se llama todavía de las Huarangas, y las estancias de
Jumbre y Sapalache. Por un movimiento que acredita cierta
pericia estratégica, los capitanes de Atahuallpa cortaron en
dos porciones el ejército de Huanca Auqui, arrojando las
tropas de los chachapoyas al Este, hacia la provincia de
los huambos, y los pueblos de Cutervo y Socota. Huanca
Auqui no logró rehacerse sino entre Cajamarca y Hua-
machuco. Sus fracasos habían despertado graves sospechas
en la corte cuzqueña i y se refiere que poco después de
las derrotas entre Tomebamba y Cajanuma, le enviaron
por escarnio ropas y preseas mujeriles. Acude a la me-
moria la anécdota bizantina de Narsés.
Atahuallpa se fue a Túmbez, a proveer la defensa con-
tra los isleños de la Puná, que se habían declarado por
Huáscar y que habían destruído los principales edificios
tumbecinos. Cuentan algunos que en esta expedición sa-
lió herido Atahuallpa de un flechazo; otros, como Cabello
Balboa, la niegan. Más abajo de Huamachuco, entre Con-
chuco s y Huari, hubo otra reñida batalla. Challcochima
señaló con precisión el sitio, cuando volvió a pasar por
él ya en compañía de los españoles que regresaban de
Pachacámaj. Según consta en el diario de Estete, refirió
Challcochima que junto al pueblo de Huari tuvo un en-