Libro digital 1 TOMO-5 | Page 378

350 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO zas, y lenguas tomaban sobrenombres quechuas o hacían traducir al quechua los suyos peculiares. No creo en la prin- cesa Chiri Pacha del Padre V elasco, fantaseador regionalista dieciochesco, especie de sub-Garcilaso, cuya autoridad han destruído las agudas observaciones de Jijón. Pero sin ne- cesidad alguna de recurrir a los tan dudosos chiris, la ma- dre de Atahuallpa pudo muy bien ser una de aquelllas infinitas concubinas norteñas que poblaban los serrallos imperiales y que no habían cesado de surtirlos desde los tiempos de Pachacútej. Cieza, que con tanta obstinación niega el nacimiento quiteño de Atahuallpa, reconoce que estaba muy difundida la especie, y que la leyenda señalaba como lugar en que 'nació el célebre bastardo los aposentos de Caranqui, al Septentrión de Quito. Atendiendo a los testimonios de los Incas que inspiraron a Cieza, aquella tradición será en consecuencia infundida. Así, AtahuaIlpa debió de nacer en el Cuzco, o ser conducido a la corte después del primer viaje del emperador Huayna Cápaj a T omebamba. Pero la madre, que hubo de morir joven y dejarlo de corta edad, no se sabe de cierto a qué linaje pertenecía. Hemos de descartar el de los Hurincuzcos, apuntado por otro, pero que hace de todo punto invero- símil la inquebrantable adhesión que los descendientes de la primera dinastía mostraron a Huáscar. Dicen algunos, como Sarmiento, que se llamó Tojto Cuca y que era des- cendiente de uno de los Incas Yupanquis. Posible invención atahualpista para mejorar la causa del pretendiente quite- ño, porque no hay certeza alguna sobre el verdadero nom- bre de la concubina. Cieza asegura que era de nación quillaca, precisamente como se llamaban entonces los na- turales de Quito y de su región al norte, y que de nombre era Túpaj Palla (Señorío, cap. 69). Tenemos, pues, la incertidumbre o la elección entre, cuando menos, tres tí- tulos poéticos para la desconocida concubina madre de Atahuallpa: Túpaj Palla (princesa resplandeciente), Tojto