Libro digital 1 TOMO-5 | Page 373

EL IMPERIO INCAICO 345 todavía agregue que están en el distrito más famoso por sus minas; y que asegure haber quedado el cuerpo de Huayna Cápaj en Quito para enterrarse ahí, y habers~ enviado no más que la cabeza al Cuzco, cuando nos cons~ ta que fue sepultada en el Cuzco la momia, y descubierta en una casa de dicha ciudad por Ondegardo. En Quito no quedaron sino el corazón e intestinos, que solían in- cinerarse y guardarse dentro de una estatua de oro. Los funerales de Huayna Cápaj se celebraron con la mayor pausa y solemnidad. No menos de cuatro mil víc- timas humanas se inmolaron. En Quito duraron las exce- quias diez días. Enseguida lo condujeron a Tomebamba, al palacio en que había nacido, y allí se detuvieron todo un mes. Iba el cadáver ligado y sentado en las andas, como si estuviera en vida, cubierto con sus más ricas ves- tiduras y armas de gala, llevando en la mano el cetro o túpajyauri, y bajo el erguido guión sagrado o súntur páucar (Relación de Santa Cruz Pachacuti). Con la misma cere- moniosa lentitud continuó el largo viaje al Cuzco. For- maban la comitiva la Coy a viuda, Rahua Ojllo, y los o- rejones que componían el consejo y eran los encargados de ejecutar las últimas disposiciones del difunto soberano. Atahuallpa no pasó de Tomebamba. Los dignatarios, em- pleados reales y guarniciones del tránsito se agregaban al cortejo, a medida que tocaba en las cabeceras de las pro- vincias respectivas. Venían también muchos ídolos locales y de las tribus incaicas, y los cautivos de las últimas cam- pañas, para exhibirlos en la entrada triunfal póstuma. Al aecrcarse al Cuzco, por el Apurímac y Limatambo, se di- vulgó una de las conjuraciones que nunca faltaban al morir los monarcas. Es de creer que los recelosos del advenimiento de Huáscar y que contra él fraguaron ya en Quito la candidatura del príncipe Ninan Cuyuchi, muerto de la peste, fueran los que renovaron esfuerzos para sus- citar otro competidor. Ahora era el hermano bastardo Cusi